Escucha:
Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca. Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; En los cielos mismos afirmarás tu verdad. (Salmos 89:1-2)
Piensa:
Grandes cosas suceden cuando confiesas continuamente la misericordia de Dios. La fe crece en tu interior. Esa realidad de que Dios te ama empieza a manifestarse por medio de tu espíritu.
Es más, honras a tu Padre cuando confías en Su Palabra, cuando magnificas Su amor y Su misericordia, cuando hablas de Su bondad y Su benignidad, y cuando das testimonio de que Él es un Padre amoroso que hace sólo el bien. Dios es bendecido cuando lo alabas por ser Él el gran Dios del universo que quiere bendecirte y que dio a Su Hijo a causa de Su gran amor por el mundo.
David era un hombre conforme al corazón de Dios y sabía cómo alabar al Señor. No es hasta que tienes la Palabra De Dios morando en ti ricamente que puedes declarar desde tu propio espíritu salmos y alabanzas. Utiliza las alabanzas de David para magnificar al Señor. Decláralas o cántalas en voz alta al Padre.
Si pones las palabras de Dios continuamente en tus labios, empezarás a sentir la emoción y el gozo de saber que Dios es “rico en misericordia” por el gran amor con que nos amó. Tu fe se remontará a nuevas alturas. ¡Tu Padre será bendecido!, y tú también lo serás.
Ora:
Señor, Te doy gracias por todas las bendiciones que cada día derramas en mi vida y porque en el momento en que decrecen mis esperanzas y puedo caer ante la angustia, me levantas con Tu bondad y me ayudas a retomar nuevamente el camino de bien que guardas para mí. Amén.