Versículo:
Comentario:
Cuando el salmista llega al verso 8 del Salmo 84, hace una súplica al Señor, en el sentido de sellar todo lo que ya había declarado en los versos anteriores. Hace una petición vehemente al Señor: “oye mi oración”, “escucha”.
Esta petición no tiene nada que ver con cualquier duda que pueda rondar en su corazón respecto a la acción de Dios, sino que está ratificando su adoración mediante la sumisión.
Al pedir a Dios, se declara dependiente, no agente. Esto demuestra lo bien que conocía su lugar como siervo y el lugar de Dios.
Hoy en día, encontramos a muchas personas “religiosas” mandando, determinando y decidiendo lo que Dios debe hacer, pero esto no es una actitud de servidumbre o de fe, sino una actitud de arrogancia espiritual, y el Señor resiste a los soberbios.
Disfruta de cada momento de tu vida, sé feliz. Pero tómate tiempo para acercarte al Señor de forma sincera, búscalo a través de su palabra y tendrás la posibilidad de conocerlo íntimamente y, al igual que hizo el salmista, cantar “un Canto de Adoración”.
Oración:
Señor, conserva mi humildad para que llegue a Ti siempre con un corazón sencillo y dispuesto a reconocer Tu grandeza sobre todas las cosas. Que no caiga yo en la arrogancia espiritual de creerme suficiente por mis propias fuerzas, sino que dependa siempre de Tu misericordia que no fallará en salvarme cuando me encuentre perdido.