Escucha:
“Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos” (Salmos 18:3)
Piensa:
Hace algunos años viví una región manzanera, y varios de mis vecinos eran agricultores. Una vez me detuve a visitar a uno de ellos, y su esposa me dijo que él estaba en la granja. Fui a verlo, y lo encontré cortando las ramas de uno de los árboles. Sin pensar, le dije: “¡Vas a matar a ese árbol!” Él se dio vuelta, y me dijo: “Tranquilo, la poda es algo que he hecho todo mi vida”.
Este hombre y yo nos hicimos amigos, y fue él quien me enseñó el porqué de la poda. Para producir una cosecha abundante de la mejor fruta, tenía que cortar el árbol como lo hacía. Aunque podía parecer que el árbol iba a morir, era precisamente de las heridas de donde saldrían nuevos retoños.
Para obtener una cosecha abundante de fruto espiritual, nuestro Padre celestial tiene que quitar todo lo que nos distraiga o desvíe de su servicio. El procedimiento es a menudo doloroso. Sé que he gritado: “¿Más, Señor?” cuando ha usado el “hacha” conmigo. Pero el resultado es siempre beneficioso; soy un mejor y más auténtico reflejo de Jesucristo después que Dios corta de mí un hábito carnal o una actitud mundana.
Ser amado por Dios no significa que seremos mimados; su interés principal no es que nos sintamos cómodos. El agricultor debe podar el manzano para lograr una cosecha abundante. Igualmente, Dios permite a veces que sintamos dolor para poder producir mayor crecimiento y más fruto espiritual en nosotros.
Ora:
Señor, permítenos orar continuamente actuando según tus mandatos, para recibir todo aquello que nos prometes y esperamos, Ayúdanos a que tu palabra nos consuele y nos muestre el camino que debemos seguir. Amén