Escucha:
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4)
Piensa:
La vida no es lineal, ni sigue siempre el mismo patrón. Tenemos victorias y derrotas, llega la calma y luego puede arreciar la tormenta. Sin embargo, lo que determina nuestra superación es nuestra actitud frente a Dios ante cada una de las caídas.
Fallar puede tener en nosotros, uno de dos efectos: podemos hundirnos en la angustia y bajar la guardia o podemos permanecer calmos y confiar en la guía del Señor para llegar nuevamente a puerto seguro. Reside en esta decisión la posibilidad de continuar caminando en fe junto al Señor o permitir que el fracaso nos derrote.
Aquel que se entrega a Dios, se convierte en una nueva creación nacida de Él y gana con ello el poder de la fe, que es el que nos promete salir victoriosos de aquellos desafíos que nos entrega el mundo. Recuerda que Sólo porque una puerta se ha cerrado, no significa, que ella permanecerá de esa forma para siempre y que no se abrirá en el futuro. El Señor está en búsqueda de aquellos preparados para sortear cada obstáculo y continuar en batalla.
Oración:
Señor, Acércame cada día mas a ser digno fruto de Tu creación, fortaleciendo mi fe y madurando mi carácter para vencer en Ti, los desafíos del mundo. Amén.