Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:3-5
La razón por la que muchos luchan intensamente con la adversidad es porque aún no han adoptado la perspectiva y las prioridades de Dios. Al leer las historias bíblicas, notamos que pocas terminan con un final fácil o cómodo. Muchos hombres y mujeres fieles enfrentaron sufrimiento, rechazo e incluso la muerte por causa de su fe.
Esto no significa que Dios no desee el bienestar de Sus hijos. La Escritura nos asegura que el cielo será un lugar de gozo eterno y que el contentamiento es posible aun en esta vida. Sin embargo, el Señor busca algo más profundo que una existencia libre de problemas: desea formar en nosotros un carácter firme y una fe madura.
La adversidad, cuando es aceptada con fe, produce en nosotros perseverancia, entendimiento espiritual y una esperanza viva. Nos ayuda a mantener una perspectiva eterna y a depender más profundamente de Dios. Aunque no siempre entendamos el propósito del sufrimiento, podemos confiar en que el Señor lo usa para nuestro bien y para Su gloria.
Padre, ayúdame a ver la adversidad desde tu perspectiva. Dame un corazón dispuesto a confiar en ti aun en medio de la dificultad, sabiendo que estás obrando en mi vida para formar un carácter que te honre. Fortalece mi fe y lléname de esperanza eterna mientras camino contigo. En El Nombre de Jesús, Amén.