Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:18
Quizás has notado que las mayores tentaciones suelen presentarse cuando estás bajo presión o en momentos de debilidad. Ese es el método habitual del enemigo: atacar cuando estás cansado, preocupado o vulnerable. Así ocurrió con Jesús. Después de Su bautismo, ayunó cuarenta días y cuarenta noches antes de comenzar Su ministerio. Justo cuando estaba físicamente agotado, Satanás vino a tentarlo para que tomara atajos en lugar de confiar en el plan y la fidelidad del Padre.
De la misma manera, el enemigo buscará apartarte de Dios cuando te sientas abrumado, hambriento, agotado o emocionalmente débil por las cargas que llevas. Te ofrecerá soluciones rápidas que parecen aliviar el dolor o la presión, pero que en realidad te alejan de la voluntad del Señor. No caigas en esa trampa.
Dios no te ha olvidado en medio de tu dificultad. Por el contrario, Él quiere ser tu fuerza, tu refugio y tu ayuda. Y porque Jesús mismo experimentó las necesidades humanas, Él entiende perfectamente lo que sientes y sabe cómo sostenerte para que resistas con victoria.
Así que, cuando la tentación te ataque, mantente firme. Entrégate por completo al Señor, enfócate en hacer Su voluntad y alábalo por Su fidelidad. Él promete darte la salida y sostenerte hasta el final. Ninguna tentación te dominará cuando dependas de Su poder.
Señor, gracias porque en medio de mis luchas me das fortaleza y dirección. Cuando la tentación se acerque, recuérdame que no estoy solo y que en Ti tengo poder para vencer. Enséñame a confiar en Tu fidelidad y a depender de Tu gracia cada día. En el Nombre de Jesús, Amén.