Los que esperan en el Señor obtendrán nuevas fuerzas… correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Isaías 40:31
Recuerdo una vez conocer a la misionera Bertha Smith, cuando tenía setenta y dos años. Había ido a recogerla al aeropuerto para un evento en nuestra iglesia, y lo que más me sorprendió fue su energía. En ese momento, tenía los próximos cinco años de su vida completamente reservados para reuniones y compromisos por todo el mundo.
Al final de un largo día en nuestra conferencia misionera, la Sra. Smith seguía rebosante de vitalidad. No pude evitar preguntarle: “¿Nunca te cansas?” Ella sonrió con dulzura y respondió: “No estoy operando con mis propias fuerzas. Estoy viviendo con las de Dios”. Así de sencillo, sin complicadas explicaciones, solo una fe firme y directa.
Ella continuó: “Esto es lo que hago cada día: le cuento a Dios lo que tengo por delante, y le dejo claro que no puedo hacerlo con mis propias fuerzas. Recuerda, Jesús dijo: ‘Sin mí nada podéis hacer’. Así que reclamo Su poder para cada tarea, agradezco por ello y sigo adelante”.
Aunque parece simple, esa verdad tiene un poder inmenso. Cuando te sientes cansado, débil o abrumado, Dios está más que dispuesto a levantarte. Él te dará fuerza desde lo alto. No dependas de tus propios recursos. Confía en Él, espera en Su presencia y verás cómo Él te sostiene en cada paso que das.
Señor, reconozco que muchas veces intento cargar con más de lo que puedo. Enséñame a esperar en Ti, a encontrar fuerzas en Tu presencia. Te entrego mi debilidad y te pido poder para todo lo que tengo por delante. Ayúdame a confiar en Tu Espíritu, y no en mis propios esfuerzos. Gracias por renovarme cada día. En mi fragilidad, Tú eres mi fuerza. Hoy caminaré en Tu poder. En el nombre de Jesús, Amén.