Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:9
Hay momentos en la vida en los que simplemente no entendemos lo que Dios está haciendo. Las puertas se cierran, las oraciones parecen no tener respuesta, y el camino delante de nosotros se vuelve borroso. En esos instantes, es fácil desesperarse. Pero recuerda: Dios no piensa como nosotros. Sus caminos son más altos, más sabios y eternamente buenos, aunque hoy no los comprendas.
Él no es un Dios lejano que juega con nuestras emociones. Es un Padre amoroso que ve lo que nosotros no vemos y conoce el final desde el principio. Cuando no entiendas lo que hace, puedes confiar en quién es Él. Porque aunque no siempre nos revela todo su plan, nos da lo que necesitamos para dar el siguiente paso con fe.
Dios te está formando, no simplemente informando. Está moldeando tu carácter, afinando tu corazón, y enseñándote a depender más de Él que de tus propias capacidades. A veces, el silencio de Dios no es una ausencia, sino una invitación a escuchar con mayor atención. En lugar de respuestas inmediatas, Él quiere darte una relación profunda.
Así que cuando no veas el camino claro, no corras hacia soluciones humanas. Detente. Quédate a sus pies. Escucha. Confía. Él guiará cada paso de tu jornada y, en el proceso, te mostrará más de su corazón.
Señor, cuando mis pensamientos se nublen y no entienda tus caminos, recuérdame que tú eres sabio y fiel. Aunque no vea el panorama completo, elijo descansar en tu amor y soberanía. Enséñame a confiar incluso en medio del silencio, y a seguirte con fe. Que cada paso que dé esté guiado por tu luz y tu paz. Moldea mi mente y corazón según tu propósito eterno. En el nombre de Jesús, Amén.