Y oyó Dios el gemido de ellos… Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios. Éxodo 2:24-25
Cuando amainaron los dolores del parto, Jocabed sostuvo en brazos a su hijo recién nacido, un bebé hebreo amenazado por el cruel decreto del faraón. Aunque el terror se apoderó de su corazón, optó por la fe, honrando al Señor que le había dado ese hijo. Sin saber que su acto de valentía algún día marcaría la historia, Jocabed simplemente confió en el gran propósito de Dios. En los momentos más oscuros, cuando el mal parece prevalecer y nuestras dudas aumentan, podemos recordar que la provisión de Dios va más allá de lo que vemos. Él escucha cada gemido y clamor de nuestro corazón, se da cuenta de cada lágrima, y está tejiendo nuestras pruebas en un tapiz de esperanza y redención.
No desmayes en medio de la adversidad, y ten por seguro que El Señor ha reconocido tu lucha, y obrará tu victoria en ella.
Dios te bendiga.
Padre Celestial, gracias porque escuchas mi clamor y observas mis temores ocultos. Cuando las circunstancias me abruman y la duda amenaza mi fe, recuérdame Tu cuidado soberano. Concédeme valor para confiar en Tu plan, incluso cuando el camino no esté claro. Convierte mis momentos de terror en testimonios de Tu fidelidad. Ayúdame a honrarte con obediencia firme, sabiendo que Tus propósitos amorosos traerán belleza de las cenizas y alegría de la tristeza. En El Nombre de Jesús, Amén.
