Porque el defensor de ellos es el Fuerte, El cual juzgará la causa de ellos contra ti. Proverbios 23:11
No importa lo débil o desesperanzado que te sientas hoy, recuerda que Dios está contigo. La inseguridad nos lastima a todos en un momento u otro. Esto es especialmente cierto cuando estás obedeciendo al Señor y surgen conflictos con otras personas. Pueden criticarte y presionarte para que te apartes de Su camino, lo que puede hacerte dudar de lo que es verdad y de lo que Dios te ha prometido. Te preguntas por qué Él permitiría tal oposición cuando estás siendo obediente y fiel. Pero para protegerte, debes dejar atrás esos pensamientos negativos y buscar continuamente una relación cercana con El Señor. Dios te dará esperanza y ánimo para sostenerte, asi sea bastante grande el tamaño de la situación por la que estés pasando.
El Señor promete en Isaías 54:17: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová”. Recuerda siempre que el enemigo está empeñado en mantenerte en terreno inestable, haciéndote sentir fracasado y totalmente desanimado. Si Satanás puede paralizarte con inseguridades, entonces puede hacer que empieces a pensar que Dios no está siendo justo o que no te está ayudando como debería. Lo siguiente que sabes, es que en lugar de obedecer la voluntad de Dios y guiar a la gente hacia Él, estás esparciendo tu amargura e inseguridad a otros. Es un ciclo terrible, y el enemigo conoce exactamente cómo mantenerlo en movimiento para llevarnos al camino de la destrucción.
Afortunadamente, no tienes que ser víctima de las tácticas del enemigo. Puedes decidir centrar toda tu atención en la voluntad de Dios y contar con Él para que te reivindique. Así que hoy, confíale los conflictos que tienes ante ti y alábale por ser tu sabio e incomparable Defensor.
Señor, ¡Tú eres mi Guerrero Poderoso! Gracias por usar este conflicto para que pueda aprender a amarte y confiar más en Ti. Dejo mis miedos en tus manos, sabiendo que Tú luchas por mí. Dame la fuerza para seguir adelante, confiando en Ti como mi Defensor. Ayúdame a encontrar la paz verdadera en Tu perfecta voluntad, sin importar los desafíos que enfrente. Sé que Tú estás siempre conmigo, protegiéndome del mal y guiándome hacia lo mejor. Te alabo por ser mi roca, mi refugio y mi libertador. En El Nombre de Jesús, Amén.
