¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, Con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? Salmos 13:1-2
Piensa en la última vez que oraste una y otra vez por algo. Varias veces en mi vida, una situación ha sido tan grande y ha durado tanto que algunos días me preguntaba por qué seguía orando para resolverla. Pero lo hice. ¿Y tú? ¿O te cansaste de orar y dejaste de hacerlo?
Imagina a David, enfrentado a sus enemigos una y otra vez. Trató de obedecer el mandato de Dios, pero siguió enfrentándose a la guerra, la traición y el desánimo, pues sus enemigos parecían obtener la victoria sobre él. Sin embargo, su grito en este salmo se repetía: «¿Hasta cuándo, hasta cuándo, hasta cuándo, hasta cuándo?». Pero David nunca se rinde. Sigue clamando a Dios hasta que recibe su respuesta.
Este tema de «seguir pidiendo» se repite en Lucas 11:9-10. Jesús dice a sus discípulos:
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Lucas 11:9-10
El énfasis de la Escritura es seguir pidiendo.
Cuando he insistido en pedir respuestas a Dios, a veces he llorado porque el dolor era muy fuerte. A veces me regocijaba porque sabía que Él era soberano y aún podía obrar milagros. Otras veces, descansaba en paz, sabiendo que Él sabía mejor que yo cómo resolver la situación. Pero, como David, nunca me rendí.
La fe de David le sostuvo cuando el viaje se hizo duro. Su esperanza en un Dios amoroso lo mantuvo buscando respuestas en Él. Cuando leas el resto de este salmo, verás cómo pudo seguir confiando:
Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová, Porque me ha hecho bien. Salmos 13:5-6
¿Puedes escuchar el testimonio de su fe, en ese clamor de confianza tan poderoso? La fe de David nos desafiará y nos animará a ti y a mí cuando nos enfrentamos a una necesidad que tarda mucho tiempo en ser satisfecha, y la respuesta que obtendremos será siempre la misma, perfecta y en el tiempo correcto: El libramiento del Señor, para ponernos de nuevo en caminos de victoria.
Gracias Señor, porque cómo a David le escuchaste, sé que a mi también me escuchas. Dame la paciencia para esperar por Tus tiempos perfectos y la fe para no desanimarme, sabiendo que de Tu mano, al final, obtendré siempre la victoria. En El Nombre de Jesús, Amén.
