Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación, para dar la recompensa con tu mano; A ti se acoge el desvalido; Tú eres el amparo del huérfano. Salmos 10:14
¿Te has encontrado alguna vez en un estado de total desamparo cuando no tenías a nadie que te ayudara? ¿Cómo reaccionaste? ¿Te diste por vencido en la desesperación o te apoyaste en la verdad de la presencia y provisión de Dios?
Cuando enseñaba en la universidad, a cientos de kilómetros de casa, se produjo una crisis familiar, que puso en peligro toda la estabilidad e mi hogar. Todo lo que pude pensa y hacer en ese momento fue orar y dejar la situación en las manos muy capaces de Dios. Sin saber realmente cómo orar, simplemente invoqué el nombre de Jesús. Cuando lo hice, me invadió una paz increíble. Y fue suficiente poder llegar a casa, al día siguiente y tener la sabiduría para afrontar y buscar una solución, a tan grave situación. No había otra manera solo ¡Dios era suficiente!
El salmista comprendió que El Señor mismo conocía los problemas y el dolor. Dios conocía al enemigo, y tenía manos capaces en las que sostener a David y aliviar sus temores. El salmista podía confiar en que su Padre se ocuparía de sus problemas porque Él es el Padre perfecto, dispuesto a proporcionar todo lo que necesitara uno de sus hijos desvalido en la angustia de un gran desafío.
¿En qué situación te encuentras en este momento? Si estás enfrentando una prueba, al enemigo, o transitando una etapa difícil de tu vida, ¿permitirás que el Señor te sostenga con seguridad entre sus brazos? ¿Confiarás en que Él obrará independientemente de cómo se perciba, de infranqueable, tu situación actual?
El Señor conoce los problemas y el dolor en nuestra realidad. Él entiende el trabajo del enemigo. Él te ve justo donde estás hoy. El protege a Sus hijos y les provee exactamente lo que necesitan cuando le permiten hacer Su obra en sus vidas.
Señor, desarrolla Tu obra en mi vida. Que no sea yo con mis dudas o vacilaciones la mayor barrera para cumplir el propósito al que me has llamado. Fortalece mi fe para no desmayar en la dificultad y saber que al justo, como has prometido Padre, no lo dejarás caer. En El Nombre de Jesús, Amén
