Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Hebreos 10:23
Dios nos ha dado una hoja de ruta para nuestras vidas y nuestra fe cristiana, una carta de amor para cada uno de nosotros y una colección de las promesas que Él está seguro de cumplir: la Biblia. Estamos llamados a estudiar su significado, a confiar en sus promesas, a seguir sus instrucciones y a compartir sus buenas nuevas. La Palabra de Dios es un tesoro único que transforma y cambia la vida. Un mero conocimiento pasajero del Buen Libro es insuficiente para quienes buscan comprender a Dios y discernir Su Voluntad.
Dios te ha hecho promesas, y tiene la intención de cumplirlas. Tómale la palabra. Confía en Sus promesas y compártelas con tu familia, con tus amigos y con el mundo. ¿Por qué no empezar hoy?
Al reflexionar sobre el poder y la importancia de las promesas de Dios, recordemos que no son meras palabras en una página, sino verdades vivas que pueden proporcionar el alimento necesario a nuestras almas en tiempos de incertidumbre. Al sumergirnos en las revelaciones de las Santas Escrituras, permitimos que su poder transformador actúe en nuestras vidas, moldeando nuestros pensamientos, acciones y perspectivas con las perspectiva del Creador, que está presto a guiarnos y cuidarnos en cada uno de los pasos que emprendamos.
Acerquémonos a la Palabra de Dios con expectación y reverencia, sabiendo que al aferrarnos a sus promesas, nos aferramos al carácter mismo de Dios: fiel, inmutable y verdadero. Que encontremos no sólo consuelo, sino también valor y convicción en las promesas de nuestro amoroso Padre Celestial.
Señor, que el fundamento de cada uno de mis pasos, sean siempre Tus promesas de victoria y de bien. Caminando en ellas, nunca estaré perdido, por el contrario, mi destino será siempre el plan de bien que has diseñado para mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.