El sabio teme y se aparta del mal; Mas el insensato se muestra insolente y confiado. Proverbios 14:16
Vas conduciendo por la autopista en el medio de la noche. ¿Cómo te aseguras de que tu carro permanece seguro dentro del carril? Mides tu avance por la línea central, ¿verdad? Mientras mantengas tu automóvil alineado con tal linea, que se extiende por el centro de la calle, sabrás dónde estás. También reconoces que si te mantienes en tu lado de la carretera y los demás conductores en el suyo, llegarás sano y salvo a tu destino.
Afortunadamente, esto es lo que la Palabra de Dios hace por nosotros como creyentes: forma las convicciones por las que vivimos a medida que crecemos en nuestras relaciones íntimas con el Padre. La Escritura nos da principios básicos que nos mantendrán en el centro de Su voluntad y nos salvaguardan en el camino. Existimos por una causa mucho más grande e importante que nosotros mismos. Al fin y al cabo, vivimos para Jesucristo y para Su reino, dando testimonio de quién es Él en nuestras vidas. Si queremos ser eficaces en nuestros hogares, iglesias y comunidades, primero debemos tener muy claro lo que creemos y cómo vivimos esas creencias.
La sabiduría que encontramos en las Escrituras es nuestra línea central: nos mantiene, dirige y protege en toda situación y circunstancia. Es nuestra ancla en tiempos de tormenta, independientemente de la tempestad que nos asalte. Por eso es tan importante que nos tomemos en serio los mandatos del Padre y le busquemos a diario. Porque no hay lugar más seguro que el centro de la voluntad de Dios y no hay mejor forma de conocer Su voluntad que interactuar con Él mediante la oración y Su Palabra (Romanos 12:2).
Señor, gracias por guiarme y protegerme a través de Tu Palabra. Mientras leo hoy las Escrituras, ayúdame a comprender cómo responder en obediencia a Ti, de forma que me mantenga, yo siempre, en el centro de Tu voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.
