Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. 2 Tesalonicenses 1:4
Muchos cristianos nunca superan este nivel inicial de fe, referido en el versículo de hoy, pero Dios quiere que nuestra relación con Él crezca continuamente. La fe no es simplemente un acontecimiento puntual que nos introduce en la salvación.
Nuestra voluntad de confiar en el Señor afecta a todos los aspectos de nuestra vida: cómo nos sentimos, qué hacemos y cómo Él nos bendice. La respuesta está en nuestro enfoque: ¿Reconoces la imposibilidad de las circunstancias cuando te enfrentas a dificultades o angustias, o ves la grandeza de nuestro Dios? Otra forma de plantear la pregunta es: ¿la voz de quién oyes, la del mundo y sus limitaciones y la del Señor y sus enormes posibilidades?
Si elegimos creer a Dios, experimentamos paz y alegría, pero cuando dudamos, es más probable que experimentemos ansiedad y miedo. Nos inquietamos y nos angustiamos en lugar de descansar en Cristo, intentando prever todos los resultados posibles y descubrir cómo resolver los problemas por nuestra cuenta.
Nuestra fe es de suma importancia para Dios, y Él se alegra al verla crecer. Le complace mover cielo y tierra en nuestro favor y responder a nuestras oraciones, y se deleita en que confiemos en Él. Además de descubrir nuevas alegrías y aventuras en nuestras vidas, también veremos que nuestro Padre siempre nos es fiel.
Señor, enséñame a confiar plenamente en Tu grandeza, especialmente en tiempos difíciles, donde las pruebas de la vida, agoten mi energía y me suman en la desesperanza o la tristeza. Que escuche Tu voz por encima de todo, encontrando paz y alegría en Tu presencia, y descansando seguro en Tu inmensa fidelidad. En El Nombre de Jesús, Amén.