Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley. Deuteronomio 29:29
Hoy leemos que Moisés reunió al pueblo para que toda la nación pudiera celebrar un pacto con Dios. Pero no comenzó como cabría esperar: con detalles sobre el juramento, lo que el pueblo debía hacer, lo que el Señor haría o las consecuencias de la fidelidad o la infidelidad. Por el contrario, Moisés comenzó recordando al pueblo todo lo que Dios ya había hecho.
¡Oh, las cosas que ellos habían visto con sus propios ojos! ¡Las cosas que habían tocado con sus manos y saboreado con sus labios! Dios había entrado en sus vidas de maneras tangibles e inconfundibles, y debido a estas experiencias y recuerdos, cómo lo expresa el versículo de hoy: sabían que las cosas reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
Es una realidad para el creyente, que no se debe pasar por alto, que una maravillosa forma de ganar confianza en Dios y confiar en el futuro que nos tiene preparados, es el recordar lo que Él ya ha hecho en nuestra vida. Pero aferrarnos firmemente a estos recuerdos puede ser más difícil de lo que parece.
Por ello ten siempre presente, el preguntarte: ¿Cuáles son las historias que dan testimonio de tu fe y las de tu familia? ¿Cómo y cuándo te has encontrado, siendo guiado, alimentado, amado por Dios? Encontremos formas de contar esas historias, primero a nosotros mismos, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, y veamos cómo el amor, el agradecimiento y el reconocimiento de la grandiosa obra del Señor en nuestras vidas, se hará en todo momento presente, haciendo que la alegría y el gozo sean siempre compañeros de nuestro espíritu y de nuestro corazón.
Señor, recuérdame siempre las formas en que diariamente tocas mi vida. Que no olvide obra pequeña o grande que Tu mano haya edificado en lo que tengo y en lo que soy. Todo te lo debo a Ti Señor. Continúa Tu obra en mi vida, y que de ella, pueda yo darte a Ti, Toda la gloria. En El Nombre de Jesús, Amén.
Tómate un tiempo para recordar historias de la fidelidad de Dios y compártelas con las personas que son parte de tu vida.
