Devocional:
Como el ave que se apresura a la red, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón. (Proverbios 7:23)
Jesús es claro. Dice: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por Mi causa, la encontrará. Porque ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?”. (Mateo 16:24-26). La vida real -la clase de vida que mueve montañas y rebosa el poder de Dios- es la vida que ha sido sepultada en Cristo.
Por desgracia, la trampa de esta vida es que eso es todo lo que hay. Estamos atrapados en la idea de que debemos hacer valer y proteger nuestros derechos aquí y ahora, porque si no lo hacemos moriremos sin vivir. Y nos preocupamos por todas las bendiciones terrenales que aún no tenemos: cónyuge, hijos, riqueza, prominencia, placeres físicos y posesiones. Pero lo cierto es que esta vida no es más que un soplo (St 4,14), y lo que invertimos aquí no dura. Pero como creyentes, tenemos que prepararnos para la vida eterna, por eso se nos llama a acumular nuestros tesoros en el cielo (Mateo 6:19-21).
Así que escudriña tu corazón. ¿Sientes insatisfacción hoy? ¿Te duele que tu vida no sea lo que quieres que sea? Entonces es posible que no hayas entregado tu vida plenamente a Jesús. Y si no lo has hecho, entonces, amigo, no estás viviendo de verdad. No caigas en la trampa. No dejes que tu búsqueda de una vida terrenal satisfactoria te cueste las bendiciones supremamente superiores de una vida construida sobre Cristo. Entrégate hoy plenamente a Él.
Señor Jesús, confieso que no te lo he entregado todo a Ti, pero quiero hacerlo. Te pertenezco. Guíame. Amén.
