Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo. (Proverbios 27:17)
¿Quieres impresionar a la gente, o quieres influir en sus vidas, permitiendo que Dios actúe a través de ti para transformarlas? Muchas personas hacen todo lo posible para caer bien a los demás. Gastan mucho dinero, se visten de determinada manera, conducen automóviles caros y viven en vecindarios exclusivos. Es evidente para todos los que les rodean que su principal objetivo es impresionar.
Sin embargo, Jesús enseñó que tenemos la responsabilidad de influir en los que nos rodean, no simplemente de conseguir gustarles. Él quiere influir en ellos a través de ti, obrando a través de lo que dices, de cómo vives y de tu propia presencia para inspirarles a replantearse sus vidas, impulsándoles a cambiar-como “el hierro afila el hierro”. Esto requerirá una dinámica en tus relaciones con los demás que puede no ser fácil ni cómoda, pero que significará una diferencia en la eternidad.
La voluntad de Dios es que todos los creyentes vivamos de tal manera que conduzcamos a las personas que nos rodean hacia Él (Mateo 5:16). Jesús fue claro. Dijo: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). El Salvador nos llama a ir, a buscar y a intentar cambiar corazones para volverlos a Él y rendirle a Él toda la gloria. Las personas con las que hablamos, escuchamos y trabajamos deberían ver una diferencia en nuestras vidas; deberíamos compartir con ellas todo lo que Dios nos enseña.
Que El Señor nos dé la sabiduría y la gracia, para en cada encuentro, acción o situación, crear una oportunidad para que nuevos hermanos se acerquen a Él y encuentren la verdadera vida que solo Él puede brindar.
Padre, no quiero impresionar a los demás; quiero influir en sus vidas por el bien de Tu reino. Obra a través de mí para atraer a otros hacia Tus caminos, que son los únicos que les llevarán a la verdadera vida, que sólo Tu puedes otorgar. En El Nombre de Jesús, Amén.