Devocional:
La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor. (Proverbios 15:1)
Pocas cosas hay en la vida más difíciles que mantener un espíritu tranquilo cuando surgen conflictos. Nuestra tendencia en el calor de una discusión es desahogar lo que sentimos. Pero la Palabra de Dios nos instruye para que reaccionemos con un espíritu semejante al de Cristo y nos insta a: “que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad” (2 Timoteo 2:25).
Lo que esta Palabra nos revela es que, aunque la primera reacción ante un conflicto sea la autopreservación, y buscar defendernos con una posición airada, la opción viable a la luz de la sabiduría bíblica es controlarnos y optar por una respuesta diferente. Debemos seguir el ejemplo de Jesús. Aunque Cristo recibía constantes críticas de los líderes religiosos de Su tiempo, no arremetía contra ellos ni se defendía. En cambio, enseñó a los demás con amor y paciencia. Desarmaba a los adversarios con misericordia, sabiduría y compasión.
Cuando nuestra confianza está en Dios, también podemos mostrar una conducta tranquila y calmada. Podemos expresar bondad y perdón sabiendo que, en última instancia, la justicia pertenece a Dios. No es que comprometamos nuestras convicciones cuando surja un conflicto: en absoluto. Debemos mantenernos firmes en los claros principios de las Escrituras. Pero también debemos expresar una preocupación genuina por quienes discrepan de nosotros. Un espíritu altivo y arrogante nunca está justificado, ni siquiera cuando pensamos que tenemos razón, porque somos pecadores necesitados de la gracia de Dios igual que ellos.
Más bien, debemos ser amables como lo fue Jesús: preocupados por la condición eterna de los demás y acercándolos al Salvador mediante la paciencia, el amor y la compasión. El objetivo último no es conseguir que los demás estén de acuerdo con nosotros, sino que se reconcilien con Dios, que está seguro de enseñarnos a todos a caminar con Él.
Padre, quiero ser un buen testigo para Ti. Ayúdame a responder a los demás con sabiduría, paciencia, dulzura y misericordia, como harías Tú. En El Nombre de Jesús, Amén.