Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis cordura. (Proverbios 4:1)
Gálatas 3:26 enseña: “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”. Esto significa que, independientemente de que hayas tenido unos padres maravillosos o por el contrario, personas de autoridad no tan constructivas, el Señor quiere recordarte que Él desea ser tu Padre celestial y caminar contigo por la vida de un modo profundamente íntimo. Quiere amarte, enseñarte y proveerte fielmente, para que confíes en Él como un niño seguro confía en su padre fuerte, sabio y piadoso.
Quizá esta idea te resulte extraña. Si es así, no eres el único. Nuestra primera conciencia de autoridad, amor, provisión y seguridad proviene de nuestros padres. Es natural que sus defectos y limitaciones influyan en nuestra visión de todas las relaciones, incluida la que tenemos con Dios. Sin embargo, el Señor ha hecho todo lo posible por proporcionarnos un vínculo continuo e íntimo que trasciende nuestras relaciones terrenales (Romanos 8:31-33). Sabe que si le conocemos de verdad, le amaremos; y si le amamos, le obedeceremos, y eso siempre redundará en nuestro bien.
Nuestros padres terrenales muchas veces pueden rechazarnos y causarnos dolor, pues son humanos, imperfectos como nosotros, pero al contrario de todo ello, El Señor, en su perfección y amor a sus hijos, nunca lo hará. Él siempre tiene tiempo para nosotros (Hebreos 4:16), nunca nos fallará ni nos abandonará (Hebreos 13:5), nos disciplina por bondad para nuestro bien (Hebreos 12:5-11) y nos acepta indefectiblemente (Romanos 15:7). Aunque nos sintamos inadecuados para tener una relación con el Señor, a causa del pasado, recuerda: Aquel que te salva puede enseñarte a relacionarte con Él. Te instruirá sobre cómo caminar con Él paso a paso, como haría un padre verdaderamente maravilloso y digno de confianza.
Señor, enséñame a mirarte como mi Padre y a prestar atención a Tus instrucciones. Gracias por criarme para caminar dignamente junto a Ti. En El Nombre de Jesús, Amén.