Escucha:
“Procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso” (Lucas 19:3-6)
Piensa:
Admiré a muchos profesores que tuve en la escuela secundaria, pero en especial a la subdirectora que fue además mi profesora de biología durante todo el ciclo escolar. Eran ejemplos a seguir, su determinación, capacidad y apego a cada uno de sus estudiantes. Una de sus formas de expresarlo era la facilidad con que lograba aprender los nombres de prácticamente todos los alumnos a los que daba clase. Era una gran muestra de cariño y aprecio que muchos pasaban desapercibidos.
Las escrituras de hoy aluden a la historia de Zaqueo y Jesús, historia que contiene un elemento increíble de reconocimiento personal y de aprecio que sólo Jesús como líder y gran maestro, podía hacer realidad.
Mientras pasaba por Jericó, un próspero recaudador de impuestos llamado Zaqueo, llamo la atención de Jesús trepándose en un árbol para poder observarlo ante la tupida multitud. Este al verlo y sorprendido por su ubicación, mirando hacia arriba le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. En vez de ignorarlo o de decir: “Oye, tú que estás en ese árbol”, Jesús lo llamó por su nombre. De ahí en adelante, a aquel hombre le cambió la vida.
Existen momentos en que podemos sentirnos desolados, perdidos y solos; con la sensación de que nadie se interesa por nosotros. Sin embargo esta hermosa evidencia que hoy nos brinda la palabra, es reflejo de que El Señor nos conoce por nuestro nombre y anhela que nos relacionemos con Él personalmente. Y es que Nuestro Padre celestial nos mira con ojos de amor y está atento a cada detalle de nuestra vida.
Ora:
Señor, si me encuentro desolado y perdido, abre mi entendimiento para recordar que me conoces por mi nombre, cuidas de mí y ante cualquier circunstancia, me brindas Tu compañía. Amen.