El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones. (Proverbios 17:3)
Una cosa garantizada en la vida es que llegarán las presiones, las adversidades y las pruebas. Y quizá, al considerar el día que tienes por delante, ya ves en el horizonte circunstancias laborales, físicas, relacionales o económicas difíciles que te causan angustia y aprensión por todo aquello que involucran y que podrían costarle a tu situación actual. Quizá te estés preguntando si debes renunciar a tus metas y sueños porque sientes que nunca alcanzarás o merecerás las cosas buenas que te has planteado.
En esos momentos, es importante que te des cuenta de que, a través de tus dificultades, Dios te está revelando lo que hay en tu corazón: lo que realmente ves como tu significado, propósito y seguridad. Te está mostrando en qué confías, para demostrar que tu vida realmente importa.
Pero la verdad es que tu valor, identidad y protección han sido establecidos eternamente por Dios y sólo por Él (2 Timoteo 4:18). Él es quien te creó, te formó para Sus propósitos, te capacita para lograr todo lo que ha planeado que logres, y te convierte en la mejor versión posible de ti mismo. Él te conoce por completo. Te ama incondicionalmente. Y nada -ni siquiera las pérdidas que más temes- puede arrebatártelo.
Así que, en lugar de desesperarte por tus circunstancias, toma la decisión de aferrarte al único que realmente te ayuda a superar tus retos y te da esperanza. El Señor a través de estas pruebas ha buscado refinarte y enseñarte a depender de Él momento a momento. Y, en última instancia, quiere que encuentres tu valor, tu propósito y tu seguridad en Él, confiando en que Él hará que tu vida sea lo mejor posible, pase lo que pase.
Padre, gracias por revelar lo que hay en mi corazón, para descubrir cuál es mi verdadero propósito. Enséñame a confiar sólo en Ti para hacer de mi vida todo lo que puede ser, según Tu voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.