Devocional:
¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. (Mateo 10:29-31)
Nunca estaremos exentos de preocupaciones y problemas, pues los retos y las adversidades son situaciones con las cuales la vida, en muchos momentos, la mayoría inesperados, nos pondrá cara a cara.
Y La verdad es que todos tenemos, por decirlo de alguna forma, botones del pánico que disparan la angustia y la ansiedad ante situaciones apremiantes, pues precisamente como seres humanos somos propensos a preocuparnos, Dios abordó esta emoción y sus primas, el miedo y la ansiedad, cientos de veces en su Palabra, incluido el pasaje de hoy de Mateo 10. Jesús, tras explicar que los ojos del Padre están puestos incluso en los pajarillos aparentemente más intrascendentes, y que se preocupa tanto por nosotros que sabe cuántos cabellos tenemos en la cabeza, enunció otro hermoso mensaje de amor y cuidado, desde el Padre: No tengas miedo. ¿Por qué? Porque para el glorioso Señor a cargo de los y de la tierra, vales aún más que una bandada de gorriones, y su cuidado por vosotros es eternamente fiel.
Cuando nuestro hijo servía en Irak como cirujano de batallón bajo el fuego enemigo y trabajaba para salvar la vida de los marines, no pude verle durante muchos meses. Pero esta promesa me recordó que Dios veía a mi hijo y estaba presente con él, aunque mi ser querido estuviera a miles de kilómetros de distancia, y supe que podía confiar en el cuidado de mi Padre. Mientras meditas hoy en este pasaje, oro para que El Señor traiga a tu alma una liberación de la preocupación y una renovación de la alegría y la paz que sólo Él puede brindar a Tu corazón.
Oración
Señor, gracias por la seguridad que nos diste, en Tu vocación de Padre bueno y amoroso, de no querer que viviéramos en el miedo y la preocupación, brindándonos una salida a través de la revelación de las promesas eternas de tu Palabra. Ayúdame a confiar en ellas y por ellas, en tu cuidado misericordioso y amoroso cada día de mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.