Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. (Salmos 3:4)
¡El mundo es un caos! Las agencias de noticias difunden la violencia, la corrupción y el terrorismo en el mundo, así como en nuestras propias comunidades. Los seres queridos afrontan problemas: enfermedad, pérdida y muerte. A veces, nosotros mismos sufrimos problemas físicos, emocionales o espirituales. Algunas de estas crisis afectan nuestra relación con Dios y con los demás. Los cristianos no estamos exentos de los retos cotidianos de la vida. La vida pasa, ¡pero el Señor ayuda!
En el Salmo 3, David clama al Señor en su desesperación personal. La vida del rey estaba desgarrada por la agitación familiar y los disturbios civiles. Como consecuencia de su adulterio con Betsabé y del asesinato del marido de ésta por orden del rey, empezaron los problemas con la familia de David (2 Sam. 12:9-12). Su hijo Absalón intentó usurpar el trono e hizo que David huyera de Jerusalén (2 Sam. 15:13-37). En su desesperación, el rey David escribió este sentido salmo.
Mucha gente se le opuso, pero David confiaba en Dios: Se aferró a las promesas de Dios de ser su escudo (Sal. 3:3), su fuerza (v. 3), su sustentador (v. 5) y su salvación (vv. 7-8). David conocía la importancia de un escudo para la protección de un guerrero frente a un enemigo. Había experimentado la fuerza de Dios en la batalla para levantarle y devolverle la energía. David había dependido del Señor durante toda su vida y sabía que volvería a ayudarle. En última instancia, creía que la salvación era un don de la gracia de Dios para rescatar a los pecadores de sí mismos y de sus enemigos.
¿Alguna vez te han atacado otras personas? ¿Alguien te ha criticado por tener opiniones diferentes? Las relaciones en la vida a menudo pueden volverse tensas. Como el rey David, puedes sentirte en guerra incluso con aquellos a quienes amas. En tu frustración y desesperación, clama a Dios para que te proteja y te guíe. He aprendido la lección personalmente. Cuando las personas más cercanas a ti te critican a ti o a los que mas quieres, ¡duele! pero en esos casos, la solución es siempre Pedir ayuda al Señor. Él escucha, cura y da esperanza. Los problemas no siempre desaparecen, pero el Señor es tu escudo de protección y esta siempre allí para darte fuerzas. ¡Dios siempre ha sido mi ayuda presente en tiempos de necesidad!
La promesa de Dios a David es tu promesa hoy: Dios está contigo, para protegerte y darte fuerza. Aférrate a las promesas del Señor. Pídele ayuda. Y dale la gloria por tu salvación. Puedes confiar en la provisión del Señor cuando le llames: “¡Señor, ayúdame!”
Oración:
Señor, no me abandones, dame la fuerzas que necesito cuando se agoten mis energías y líbrame de los caminos que no llevan a Tu voluntad cuando pueda llegar a mi vida la tentación del error. Te lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.