¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? (Amos 3:3)
Tengo un pastor alemán que antes era un perro guía para ciegos. Debido a una ligera displasia de cadera, fue puesto en adopción. Cuando lo tomamos en adopción, estaba perfectamente adiestrado. Podíamos llevarlo a todas partes. Estaba encantado de sentarse con nosotros. Si pasaba otro perro, no le importaba.
Entonces le solté. Le solté y le dejé correr por el parque. Día tras día, empeoraba. Empezó a molestar a otros perros. Perseguía liebres todo el tiempo.
Llamé a los dueños anteriores para preguntarles qué había ido mal. Me dijeron que no podía dejarle hacer “cosas de perros”. No podía dejar que se detuviera y olisqueara lo que quisiera. No podía dejarle perseguir liebres. Me dieron una especie de bozal para que lo llevara. Al estar controlado por el bozal, obedecía, porque le hacía un poco de daño. Cuando le quité el collar, volvió a “alinearse” conmigo.
A veces podemos ser así con Dios. Andamos sin rumbo, un poco desordenados, haciendo las cosas a nuestra manera. Entonces Dios nos vuelve a poner en el buen camino, porque quiere caminar con nosotros.
Caminar con Dios significa que debo estar en armonía con Él. Debo caminar en la dirección que Dios quiere que camine.
¿Y tú? ¿Caminas hoy con Dios? ¿O vas en contra de Él, haciendo las cosas a tu manera? Si es así, es hora de parar, pedir perdón a Dios y “alinearte” de nuevo con Él.
Señor, protégeme para no alejarme de Tus caminos. No permitas que las tentaciones del mundo atraigan mi atención y coloque mi mirada en cosas que no me ayudan a crecer en Ti, ni te rinden gloria. Guía mis pasos y dame la dirección que necesito, y ayúdame a ver en medio de las pruebas, las formas en que quieres, si me he perdido, atraerme y alinearme con Tu voluntad. Gracias Señor por Tu compañía, amor y cuidado. En El Nombre de Jesús, Amén.