Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)
Seguir a Cristo significa confiar en que Él cumplirá esta promesa. Comprendes que Él lo hará, por quién es Él y por todo lo que ha hecho por ti, pero cuando llega el momento de la verdad -deudas sin pagar, montones de facturas, desempleo, enfermedad-, una parte de ti se pregunta: “Sé que puede, pero ¿lo hará?”.
Incluso a Abram le resultó difícil. Dios le prometió bendición -guía, presencia, descendencia y tierra- y, sin embargo, huyó de la Tierra Prometida y mintió sobre su esposa por miedo e incertidumbre. Eso lo llevó a situaciones como la del filisteo Abimelec, que lo reprendió por su deshonestidad y falta de integridad. Cuando la incredulidad y la duda toma el corazón del creyente, nunca los resultados serán positivos.
La fe pequeña no pone a Dios y Sus prioridades en primer lugar, pero un poco de fe genuina te devuelve al camino correcto. ¿Qué tan grande es Dios? Deja que David te lo recuerde: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?”. (Salmo 8:1, 3-4). Él es el poderoso Creador, pero también es tu Padre amoroso.
Señor, Tú pusiste a la humanidad en la cima de la creación, y eres un Padre amoroso cuyo poder logra imposibles. Ayúdame a aceptar esta verdad, en medio de la prueba, y a recibir con paciencia, la provisión que me has dado en Cristo, confiando en Ti para cada necesidad. Amén