Devocional:
Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre. (Isaías 22:23)
Recuerdo las casas antiguas de las veredas en mi pueblo natal, construídas con paredes de yeso, que con la textura maravillosa de ese material, le daban a las viviendas un aire de historia y tradición muy bonitas. Sin embargo, con los métodos tradicionales de construcción viene también la debilidad, un albañil me advirtió que, para colgar un cuadro en esas paredes, tendría que utilizar un soporte de madera o un anclaje de yeso. De lo contrario, correría el riesgo de que el cuadro se viniera abajo, dejando un feo agujero en su lugar.
El profeta Isaías utilizó la imagen de un clavo dispuesto firmemente en la superficie de una pared como metáfora para describir a un personaje bíblico poco conocido llamado Eliaquim. A diferencia del funcionario corrupto Sebna (Isaías 22:15-19), e incluso del pueblo de Israel que buscaba en si mismo la fuerza que sólo en Dios puede hallarse, (vv.8-11), Eliaquim confiaba en Dios. Profetizando el ascenso de Eliaquim a administrador de palacio del rey Ezequías, Isaías escribió que Eliaquim sería clavado como un “clavo en la pared” (v. 23) para reflejar una realidad que podemos y debemos aplicar diariamente en nuestro caminar con Dios: anclados en la verdad y la gracia del Señor, obtendremos siempre, de acuerdo a Sus tiempos, la obra de bien que nos guarda Su voluntad, de la misma forma que aconteció con Eliaquim, que aguardando en El Señor y a partir de su nombramiento como administrador del Rey, pudo ser un apoyo para su familia y su pueblo (vv.22-24).
Aun así, Isaías concluyó esta profecía recordándonos que ninguna persona puede ser la máxima seguridad para sus amigos o familiares. Todos fallamos (v. 25). El único ancla totalmente fiable es Jesús (Salmo 62:5-6; Mateo 7:24). Cuando cuidamos de los demás y compartimos sus cargas, también podemos dirigirlos a Él, el ancla que nunca fallará.
Oración:
Señor, gracias por ser mi ancla. Como hija Tuyo, sé que estoy firmemente arraigada en Ti, y por ello mi camino está seguro en Tus manos. En El Nombre de Jesús, Amén.