Devocional:
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:20-21)
Tener a alguien con quien compartir nuestros problemas, compartir nuestras dificultades, tener un hombro sobre el que llorar es siempre bueno. Sin embargo, cada día se hace realidad lo que dicen las Escrituras: “y por abundar la iniquidad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). A la luz de esto, vemos disminuir el número de personas que realmente se preocupan por los demás.
Pero, gracias a Dios, hay Alguien que se preocupa por nosotros y está disponible para recibirnos, acogernos, abrazarnos y recogernos, las 24 horas del día: ¡Nuestro Padre Celestial! Él nos ama con amor incondicional. Nos conoce por dentro y por fuera. Conoce todos nuestros dilemas y problemas. Él es quien nos creó y escudriña nuestro interior como nadie más lo hace. Nos rodea por todas partes y Su mano está sobre nosotros (Salmo 139). Sin embargo, muchos todavía no saben que, aunque Él es Dios, se relaciona con nosotros, simples mortales.
Dios ha provisto un Camino de regreso a Él. Ha abierto el acceso a Su Persona, a través de Su Hijo Jesucristo. Jesús es el Camino (Juan 14:6), y es a través de Él, nuestro Mediador (1 Timoteo 2:5), que tenemos comunicación directa con el Creador. Si hay alguien a quien podemos abrirnos, desgarrar nuestro corazón y derramar todo lo que sentimos y pensamos, ése es Dios. Hablar con El señor, acercárnos a Él en oración, siempre funciona. Él es nuestro amigo fiel. Él tiene el mundo en la palma de sus manos, ¿y nuestros corazones?
Él sabe todo por lo que estás pasando en este momento. Conoce tu dolor. Pero más allá de eso, Él tiene el poder de sanar tu corazón, de restaurar tu vida, y de escribir una nueva historia para ti. ¡Contarle a Dios tus problemas lo resuelve! Él hará infinitamente más que cualquier cosa que puedas pensar o imaginar. Encomienda tu vida a Jesucristo hoy. Permítele ser tu Señor y Salvador. Ten al verdadero Amigo a tu lado, ¡todos los días de tu vida!
Oración:
Señor, en mi aflicción recuérdame que como la niña de Tus ojos, me guardas, me cuidas y me guiarás, en Tus tiempos, a los caminos de bienestar, plenitud y paz que deseas para cada uno de Tus hijos. En El Nombre de Jesús, Amén.