Señor, no dejes que las pruebas de la vida me derroten. Permite que ellas me hagan más fuerte. Por favor, ayúdame a ver la adversidad desde una perspectiva adecuada. Esta se presenta en una multitud de maneras: accidentes, enfermedades, calamidades, decepciones, fracasos, dolor, tiempos difíciles, heridas, infortunios. Pero esto no debería sorprenderme. Me dices en tu Palabra que la adversidad sí vendrá. A veces, envías pruebas como consecuencia del pecado o como una manera de fortalecer mi carácter. Otras veces, El enemigo puede enviar adversidad en su intento por hacerme pecar, y algunas veces, yo mismo creo problemas para mí actuando de manera necia o pecaminosa. En otras ocasiones, el pecado o las malas decisiones de otros también pueden traer la adversidad. La única cosa con la que puedo contar de seguro es que ¡la adversidad vendrá! Oh Señor, pueda yo entender que evitar los tiempos difíciles no siempre es lo mejor para mí. Aunque tiempos de prueba no son gratos, si yo no me permito ser derrotado, en realidad ellos me harán más fuerte. Que pueda yo recordar siempre que tú no solo te preocupas por mí en los momentos de adversidad, sino que has prometido estar conmigo a través de ellos.
Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. (Isaías 43:2)