Devocional:
Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea esta la que tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que habrás hecho misericordia con mi señor. (Génesis 24:14)
El Señor había preordenado la unión de Isaac y Rebeca, antes de que el mundo comenzara, pero Abraham e Isaac, así como el siervo y la muchacha, habían aprendido las lecciones de la vida que les hicieron ser participantes voluntariosos en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Abraham comprendió que las mujeres cananeas del lugar corromperían a su hijo, por lo que sabiamente buscó una esposa de su propia parentela.
Abraham también se dio cuenta de que la esposa de su hijo debía ser introducida en la familia, mientras que Isaac debía someterse a la elección de novia de su padre, y comprendió los peligros de asociarse con quienes estaban fuera de la mancomunidad de la fe. Eliezer había aprendido a confiar en el Señor con todo su corazón y a llevar todo al Señor en la oración. Y durante su viaje, aprendió a dar un paso a la vez, y a permitir que Él guiara sus decisiones. Aprendió a no “adivinar” lo que Dios haría, sino a dar un paso en la fe y dejarse guiar por Él.
La joven Rebeca se había mantenido pura en la ciudad pagana de Nacor, y había perseguido las cualidades de una mujer virtuosa, que dieron el fruto de la rectitud, como se demostró en su bondad con el extranjero, su voluntad de trabajar y su hermosa disposición. Sin duda el Señor tenía su mano de bendición sobre su sierva desde su nacimiento, como lo hace con todos los que son llamados y elegidos – y sin duda la joven había oído cómo su tío Abram había sido llamado por el Señor para ir a un lugar que Él le mostraría – y cómo Abraham creyó a Dios y fue acreditado con la justicia.
Hay muchas más lecciones que podemos aprender de las acciones y actitudes de cada uno de los personajes de esta hermosa historia, pero al igual que cada persona de esta narración, la fe en Dios es la clave del éxito. Que tengamos éxito en todo lo que digamos y hagamos y llevemos honor y gloria a nuestro Dios y Salvador.
Oración:
Padre Celestial, te pido que como Abraham, Isaac, Eliezer y Rebeca, te mire momento a momento, confíe en tu palabra infalible y tome las decisiones correctas en mi vida. Te pido que no sólo camine en el camino de la justicia y te traiga todo en oración, sino que mi vida y mi testimonio traigan honor a Tu nombre mientras crezco en la gracia y en el conocimiento del Señor Jesús. Que pueda estar dispuesto a dar un paso a la vez, según me lo indique Tu Espíritu Santo y permitir que Tus planes y propósitos se lleven a cabo en mi vida, para el beneficio de otros, y para mi propio crecimiento espiritual. Gracias por las muchas lecciones que hay que aprender en las Escrituras, y que pueda desarrollar un espíritu enseñable, y traer honor y gloria a Ti. En el nombre de Jesús ruego, Amén.