Una oración sobre la RENDICIÓN. En las batallas de la vida, ¿cuándo es sabio rendirse?
Señor, en el ámbito espiritual, tengo dos grandes luchas constantes, y la rendición desempeña un papel en ambas. Por un lado, lucho contra el pecado y su control sobre mí. Si no estoy aliado contigo, me rendiré al pecado y sus consecuencias mortales. Por favor, no dejes que yo enarbole la bandera blanca y permita que el pecado me derrote por completo. Por otro lado, a veces lucho tontamente contra ti y tu voluntad para mí, porque yo quiero tener el máximo control sobre mi vida. Esta es la batalla en que la rendición es necesaria y positiva. Solo cuando me dé cuenta de lo incapaz que soy para vencer el pecado te daré control sobre mi vida. Debo rendirme. Es solo cuando te tengo, Señor, de mi lado que puedo salir victorioso en mi batalla para derrotar el pecado y seguir tras una vida digna de ser vivida, tanto ahora como en la eternidad.
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. (Romanos 8:5-6)