Escucha:
Escucharé lo que hablará Jehová Dios; Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos, Para que no se vuelvan a la locura. (Salmos 85:8)
Piensa:
Nuestro concepto de Dios determina cómo nos relacionamos con Él. Quienes lo ven como lejano e impersonal pueden sorprenderse al saber que Él “habla” personalmente a todo el mundo, incluso a aquellos que niegan su existencia. Puesto que Dios quiere que le conozcamos y que nos relacionemos con Él, busca comunicarse con nosotros constantemente.
Para quienes están dispuestos a escuchar, la voz de Dios puede discernirse por medio de muchas fuentes. La más obvia es la Biblia, pero Él puede también llamarnos mediante las palabras habladas o escritas de otros creyentes. Habla, incluso, por medio de las circunstancias y las maravillas de su creación. Creo que todos quedaríamos maravillados si supiéramos cuantas maneras diferentes tiene nuestro tierno Padre celestial para tratar de captar nuestra atención.
Él llama con una voz silenciosa que habla al corazón y a la mente. Aunque sus palabras pueden dirigirse a una multitud, Dios tiene un mensaje específico e individualizado para cada quién. Es por eso que dos personas pueden escuchar el mismo sermón o leer los mismos versículos de la Biblia, y encontrar dos aplicaciones diferentes del mensaje. Dios no reparte ideas de aplicación general, sino que comunica ideas concretas a cada persona.
La actividad continua es un gran obstáculo para la receptividad. Cuando tenemos la vida llena del clamor de este mundo, la voz silenciosa de Dios no puede ser percibida. Aparte tiempo hoy para escuchar su llamado, piense en lo que Él le está diciendo porque Él se deleita en hablar con usted.
Ora:
Señor, pon en mi la atención y calma para que pueda oírte y seguir tus sabios consejos de amor y misericordia. Que pueda entender cada una de tus señales y obtener de ellas la fortaleza y voluntad para obedecerte y seguirte siempre de manera fiel. Amén.