Escucha:
Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. (Lucas 19:2-3)
Piensa:
Zaqueo era cómo uno de nosotros. Se hizo rico y se convirtió en jefe de los publicanos. Pero su riqueza no le proporcionó todo. Nunca lo hace. ¡Somos demasiado complejos para ser saciados solo por riquezas, aunque muchos crean lo contrario! . Zaqueo Quería ver a Jesús y eso resultó en un encuentro que se convirtió en uno de los episodios más conocidos de los evangelios. Quería ver a Jesús y terminó descubriendo que Jesús también quería verlo. Y para su gran sorpresa, el Maestro se ofreció a ser su invitado. La vida de Zaqueo comenzó a cambiar ese día.
La historia del publicano de Jericó puede ser leída como una metáfora de la espiritualidad humana. Somos alguien. No somos lo que tenemos y no somos lo que no tenemos. Ricos o pobres, jefes o subordinados, somos alguien y necesitamos a Dios. Zaqueo insistió en buscar a Jesús. Muchos abandonan la búsqueda de Dios. Pero el hambre de Dios no termina porque nos rindamos y tampoco deja de ser hambre de Dios porque le demos otro nombre y tratemos de resolverlo por otros medios. Porque el hambre de Dios no acepta sustitutos. Por más divino que algo nos parezca, eso no hará innecesario a Dios. Incluso la vida religiosa. Así que puede parecer paradójico que un religioso dedicado pueda ser, al mismo tiempo, un espiritualmente desnutrido. Pero sucede y más de lo que podemos imaginar.
Bienaventurado el que descubre su hambre de Dios y no huye de ella. ¡Bienaventurados los que quieren descansar en Su presencia y colocar cada carga en Sus manos. Necesitamos ser encontrados por Dios como Zaqueo lo fue por Jesús. Y lo hizo mientras lo buscaba. Y lo hizo porque no se sentía intimidado por sus propias limitaciones. Que nada te haga desistir: ya sea una pequeña fe, o repetidos errores o constantes dudas. La mayor virtud del espíritu humano es sentir hambre de Dios. Él Te conoce y ofrece a todos los que quieren acercarse a Él, el deseo de encontrarlo.
Ora:
Señor, permíteme acercarme cada día más a Ti, vivir por las enseñanzas de Tu Palabra y escuchar y aceptar siempre Tu maravillosa voluntad. Amén
Más Palabra Edificada / Alivio del Hambre Espiritual y Material:
Porque sacia al alma menesterosa, Y llena de bien al alma hambrienta. (Salmos 107:9)
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. (Juan 6:35)
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. (Juan 7:37)
Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. (Isaías 58:11)
Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. (Isaías 65:21)
A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. (Lucas 1:53)
Y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. (1 Corintios 10:3-4)
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno. (Apocalipsis 7:16)
Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. (Salmos 16:11)
A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. (Isaías 55:1)