Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales. (Éxodo 10:1)
Uno de los intentos del hombre impío para tolerar la verdad eterna del evangelio es imponer condiciones a Dios. Puede que incluso crea en Dios “si”. Estoy de acuerdo con algunas partes de la Biblia, “pero”… En su finitud y pecaminosidad, el hombre quiere saber más que el Creador. Diseñan, conjeturan, condicionan, tratan de domesticar la realidad de un Dios Soberano, y obviamente, han cosechado el resultado de su locura. El Éxodo 10 nos mostrará al Faraón tratando de negociar con el Señor. Su nación está siendo destruida, su pueblo diezmado, pero él sigue pensando que tiene derecho a exigirle a Dios (vv.11, 24, 28). El resultado, el lector de la Biblia lo conoce bien: dos plagas más intensifican la desolación del pueblo egipcio.
Uno de los aspectos más difíciles del discipulado es admitir que no tenemos el control de nuestras vidas. En varias situaciones, Dios me ha permitido pasar por luchas, frustraciones, profundas decepciones, y cuando me sorprendo meditando sobre el porqué de tales situaciones, siempre me encuentro tratando de controlar el timón de mi historia. Es como si el Espíritu susurrara: “Oye, aquí mando yo, siempre será a mi manera y no a la tuya”. Debes elegir entre vivir tu cristianismo o el de Dios. O nos sometemos al método de Dios o viviremos un cristianismo pagano y antropocéntrico, que no es el revelado en la Biblia y que no producirá ninguna virtud en nuestras vidas.
Señor que viva por Tu voluntad y verdad que nos revelas en Tus Santas Escrituras, y no por mi propio deseo o entendimiento. En El Nombre de Jesús, Amén.