El salmo 91 es probablemente uno de los pasajes más relevantes de todas las escrituras, conocida además de memoria por gran cantidad de cristianos. No obstante a pesar de su enorme familiaridad desafortunadamente suele estar acompañado de interpretaciones erróneas que impiden que pueda tomarse el verdadero significado a la luz de la fe que verdaderamente posee.
Por ello en el siguiente estudio bíblico queremos de manera muy sencilla y didáctica colaborar, brindando una herramienta para la interpretación del significado completo de este y todos los salmos de un forma sencilla, pero efectiva.
Cuando el salmo 91 logra a comprenderse en su real extensión y significado, abrimos nuestro corazón a una de las oraciones más poderosas que hayan sido escritas. Muchas personas han podido saldar sus deudas materiales y sus problemas espirituales al trabajar de manera diaria el salmo 91 como pilar fundamental de su relación con Dios. Se han registrado testimonios de personas que volviéndose al salmo 91, orando en él, han vencido la dificultad que ese momento les aquejaba.
Antes de comenzar sólo debemos tener en cuenta una recomendación principal: Para sacar provecho de un salmo es necesario repasarlo con calma, realizando una pausa después de cada versículo para considerar el significado que este encierra, sintiendo profundamente esa significación, primero en nuestra mente y luego de interpretado en nuestro corazón, para luego pasar al siguiente versículo.
Si usted se encuentra en una dificultad específica, y particularmente si esta atemorizado, descubrirá que después de acudir al salmo 91, una, dos o quizás tres veces, la mayor parte de su temor se habrá ido, y que ahora tendrá una perspectiva diferente, y que este cambio de mentalidad producirá los resultados esperados.
Versículo 1: Bajo la sombra del Omnipotente
“El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente” (Salmos 91:1)
Dios nos brinda un lugar secreto en el cual encontramos la paz y la seguridad que solo Él puede otorgarnos. Pero no representa este lugar un espacio físico sino más bien uno espiritual donde Su presencia nos brinda la fortaleza para sobreponernos a las preocupaciones y cargas. Cuando oramos y nos mantenemos firmes en la búsqueda de los caminos del Señor estamos habitando “al abrigo del altísimo”, es decir haciendo de nuestro hogar su lugar secreto.
La etimología de la palabra habitar hace referencia a morar, vivir, convertir o volver un espacio, nuestra morada. Para que ese lugar secreto pueda convertirse en nuestra morada, debe haber un sentido de permanencia en el tiempo. Si sólo acudimos al lugar secreto cuando nos atrapa una circunstancia apremiante, no podríamos afirmar que moramos en él. Sin embargo si tomamos residencia permanente con nuestra oración constante, seremos dignos de acceder a ese lugar secreto de seguridad y paz.
Y cuál es el resultado final de entrar en el lugar secreto: poder gozar del privilegio de vivir bajo la sombra del omnipotente. Todo ello como una hermosa metáfora utilizada por el salmista para resaltar una modalidad de vida de la época en la que el sol atrapante de las zonas desérticas era considerado como altamente perjudicial, así encontrar una sombra era encontrar un alivio a ese calor abrasante. De esa misma manera el salmista denota que Dios, al entrar en el lugar secreto, nos cobijaría son su sobra, ahora del calor abrasante de las preocupaciones, dudas y cargas que socavan nuestro corazón y nos hacen caer. La maravillosa sombra del Señor nos protegería de tal circunstancia.
Versículo 2: Mi Dios, en quien confiaré. – Salmos 91
“Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré” (Salmos 91:2)
El versículo empieza con una orden del salmista a sí mismo: decir, proclamar una verdad. Y es que a veces como cristianos olvidamos que el poder de la palabra proclamada mentalmente o a viva voz, multiplica grandiosamente su valor liberando un poder que de otra manera quedaría reprimido. Al pronunciar las palabras del salmista reconociendo al señor como roca y esperanza estamos declarando su señorío sobre todas las cosas y abriendo la puerta al lugar secreto.
La proclamación del señor como esperanza, como castillo como “Mi” Dios y “mi” protección simboliza una metáfora de lo que Dios representa para nosotros, en términos militares. Es Él nuestro lugar defensivo, nuestra protección personal de todo enemigo invasor.
Finalmente el salmista resuelve rendir su confianza ante Dios, pero una confianza plena y total. Cuando escribe Mi Dios en quien confiare, expresa una acción de terminada de sólida fe, bajo la cual no dejara espacios en su corazón para angustias o preocupaciones, porque firmemente ha resuelto ponerlas en manos del Señor.
Versículo 3: Te Librará Del Lazo.
“Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora” (Salmos 91:3)
El salmo 91 representa una de las más grandes promesas para librarnos de la tentación y de la posibilidad de quedar atrapados en la trampa del pecado repetitivo. El versículo 3 constituye la manifestación de dicha promesa al hablarnos de la protección contra dos tipos de trampas. 1 ero la liberación del lazo del cazador y 2do la peste destructora.
El lazo del cazador es la trampa de aquellos que pueden maquinar contra nosotros, malas intenciones, envidia, tentaciones que el enemigo pone en nuestro camino para probar nuestra fe, justo como el cazador que coloca a su presa obstáculos para hacerla caer prisionera. Junto a DIOS esos lazos que son venenos morales que llevan a destrucción no nos alcanzan, porque Él nos guía un paso delante de ellos.
La peste destructora es la imagen usada por el salmista para entregarnos la promesa de sanidad y sanación. Así el versículo 3 aborda dos interrogantes: que bien haría la liberación del daño para quedar atrapados en un pecado que nos destruya, por otro lado, que bien haría ser liberados del pecado, si a su vez
seremos víctimas de una peste destructora. El versículo 3 cobres ambos aspectos.
Versículo 4: Bajo Sus Alas
“Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad” (Salmos 91:4)
La protección maternal del ave a sus polluelos es la analogía que el salmos 91 nos brinda en este versículo para ilustrar el resguardo que El Señor nos ofrece en cada momento, en cada circunstancia apremiante. Esa protección tal cual aquella de una madre a sus hijos, es tierna para guiar, pero feroz para hacer frente a cualquier amenaza que estos puedan sufrir, Y es también sabia para corregir y disciplinar cuando esos hijos han perdido el rumbo.
La seguridad que en el regazo de Dios encontramos se complementa en la segunda parte del versículo con la noción de fuerza y resistencia ante los embates del enemigo que nos encuentra en batalla; El Señor es nuestro castillo nuestra roca, al final nuestro escudo protector. La declaración de esta última parte es clara: Mi fe es fuerte porque sé que mi Dios es fiel y su fidelidad es mi escudo y mi verdad.
Versículo 5: No temerás frente a La Oscuridad.
“No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día” (Salmos 91:5)
La noche antes de la batalla es preludio del más atrapante miedo. El temor de perder la vida. Esa experiencia aterradora de los guerreros de la época es aquella que nos embarga cuando pensamos que solo nos tenemos a nosotros mismos para superar las pruebas de la vida. Es allí donde el versículo interviene, nos instruye el salmista: No le temas al temor. Y es ello lo que Dios espera de nosotros no que pensemos: “si pudiera creer lo suficiente, quizás estaría protegido” sino que en su lugar declaremos: pase lo que pase Ya me encuentro protegido porque he recibido la promesa del Señor.
Del mismo modo tendremos que proceder con las saetas que sobrevuelan de día. Esas flechas encendidas en fuego que eran dirigidas por efectivos tiradores, son las mismas que el enemigo dirige a nuestro punto más débil en lo espiritual, en lo mental, en lo material, creamos por fe, como nos indica el versículo que el Señor nos hará libres de esa calamidad.
Versículo 6: Ni pestilencia que ande en oscuridad
“Ni mortandad que en medio del día destruya” (Salmos 91:6)
La primera parte del versículo es una repetición de lo que el salmista rescata en el versículo 3, la peste destructora, Y es que Dios no desperdicia palabras, pero si las refuerza por lo que nos alienta en fe, a saber que la sanidad es efectiva en nosotros, es pues una promesa consumada.
En la última parte el versículo enuncia una cuarta categoría de mal, aquellos fenómenos sobre los que los seres humanos no tienen control: huracanes, inundaciones, terremotos. Con mucha claridad Dios reafirma que esos males no vienen de Él, pero que en medio de ellos obtendremos la sabiduría para tomar las decisiones que nos libren de tal peligro.
Versículo 7: La Esperanza supera al mal.
“Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará” (Salmos 91:7)
Este versículo del salmo 91 reafirma la seguridad de la que gozan todos aquellos que plenamente confía en Dios. A su vez nos da la garantía de que El Señor será nuestro refugio en tiempos de angustia, nuestra protección en momentos de peligro espiritual y físico, nuestro Padre protector que se encargará de las trampas y maquinaciones que nuestros enemigos puedan plantar para conducirnos a la oscuridad.
Muchas cosas podrán pasar a nuestro alrededor, podrán caer “miles a nuestra derecha o izquierda”, pero los que decidieron seguir el camino del creador se mantendrán de pie ante cualquier plaga.
Versículo 8: Recompensa de Los Impíos. Salmos 91
“Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos” (Salmos 91:8)
La metáfora de este versículo es similar a aquel dicho popular, lo que siembras cosechas. Aquellos que se apartan de los caminos de Dios tendrán finalmente recompensa conforme las acciones de perjuicio que hayan realizado.
Aquel que se aleja de la guía del Señor, pero que provisionalmente puede experimentar un bienestar en muchos ámbitos de su vida, no tendrá la garantía de salvación, debido a que la justica de Dios es sabía y justa, valga la redundancia, para definir el destino de cada uno.
Versículo 9: En Dios Nuestra Esperanza
“Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación” (Salmos 91:9)
Jesús responde al tema central de este versículo en Lucas 4:27. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. Sólo Naamán, el sirio, obtuvo sanación porque siguió el camino de la obediencia y la sólida confianza en el poder de Dios.
De allí que de manera intrínseca este versículo del salmo 91, imponga una afirmación seguida de una condición: No todos recibirán los beneficios de las maravillosas promesas en él contenido, sino aquellos que creen en Dios de corazón y se aferran a lo infalible de sus palabras. Sin embargo, algo es constante, que esas promesas se mantienen y estarán disponibles para aquellos que quieran volverse al Señor, luego de haber apartado su camino. Como Padre misericordioso y bondadoso las promesas del Señor estarán disponibles para todo aquel que quiera volverse a Él y decidan plenamente confiar en ÉL y en su palabra.
Versículo 10: No Te Sobrevendrá Mal
“No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada” (Salmos 91:10)
En este punto del salmo 91 encontramos una nueva dimensión en la protección que el Señor nos ofrece, la noción de colectividad. En este sentido nos abre la puerta a ser determinados en el ejercicio de la fe, pero ya no para nosotros mismos sino también para nuestra casa. Y es que Dios tiene presente que si estas promesas estuvieran solo disponibles para nosotros, no serían completamente consoladoras.
Por ello en el versículo 10 se rescata que el mal no nos sobrevendrá, pero a su vez nos indica que tampoco lo hará para nuestra morada, nuestro hogar, y con ello tampoco a nuestros seres queridos.
Que mayor gozo que saber que Dios no solo cuida por nuestro bienestar sino también por el de nuestra familia y aquellos cercanos a nuestra morada.
Versículo 11-12: Sus Ángeles con Nosotros
“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra” (Samos 91:11-12)
Todos podemos recordar momentos en que escapamos de una tragedia y no hubo explicación en lo natural. Es posible “hospedar ángeles sin saberlo”, como dice Hebreos 13:2. Sin embargo muchas veces pasamos por alto esta verdad.
Que alegría saber que a esa garantía de protección incondicional que el Señor nos ofrece a lo largo del salmo 91, se tiene a su vez la seguridad de que sus ángeles estarán allí para ayudarnos a no tropezar, a no caer. Esos ángeles vendrán en multitud de formas, a veces desconocidas, fuera de lo normal, a veces formando parte de nuestra vida, por el apoyo de seres queridos, o por eventos que, por el plan del Señor, jueguen a nuestro favor.
Las escrituras lo sostienen Los ángeles de Dios fueron creados por El, están a Su servicio, a Su disposición. El Salmo 34:7dice que “el ángel de Jehová está alrededor de los que le temen y los defiende”. En cualquier situación están para ayudarte y protegerte ¡Dios lo quiere así!
Versículo 13: Sobre El León y El Dragón
“Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón” (Salmos 91:13)
En 1 Pedro 5:8 y Apocalipsis 12:9 se describe al enemigo del alma utilizando la metáfora de que este es encarnado en el león la serpiente y el dragón. Deseando nuestro mal y destrucción, querrá hacernos caer pero es ya un enemigo vencido. El salmo 91 en este versículo es la continuación de esa promesa de protección, que a pesar de ser respaldada en esa metáfora, aconteció de manera real en varios capítulos de las santas escrituras: ¿Dios protegió al pueblo de Israel de la mordedura de la serpiente? ¿No es cierto que Daniel no fue tocado por ninguno de los leones en el foso? ¿No derrotó Sansón a un león? ¿No se enfrentaba David a los leones mientras cuidaba las ovejas? Los misioneros que trabajan en la selva pueden contarte mil y una historias de cómo Dios los ha cuidado de serpientes y animales diversos. Así que podemos tomar este versículo tanto de manera literal como figurada.
Versículo 14: Lo Pondré en Alto
“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre” (Salmos 91:14)
El conocimiento del Señor mediante su palabra y en oración nos conduce a la liberación que sólo él nos concede. Es un premio que él nos otorga como respuesta a nuestra fe.
Este conocimiento es un don de la gracia, y el Señor lo convierte en la razón por la que Él concede otro don de la gracia, es decir, poner en alto. Colocarnos en las alturas, nos permite escapar de la tentación, de las trampas del cazador, de la peste destructora, de la oscuridad. Esto es gracia sobre gracia. Cuando Dios nos pone en alto, el mismo enemigo no puede derribarnos.
Versículo 15-16: Lo Pondré en Alto
“Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación” (Salmos 91:15-16)
El salmo 91 es por sí mismo hermoso, y este último vesícula mucho más al ser la voz de Dios mismo confirmando las palabras que el salmista ha desarrollado a lo largo del capítulo: el amor que entregamos a Dios es devuelto y multiplicado en consecuencia, con paz renovadora, misericordia, bondades, guía paternal, cuidado incondicional.
Todas estas promesas están reservadas para quienes han depositado su confianza, su fe, sus debilidades, sus imperfecciones y su esperanza en Dios.
Sin duda Dios, el Buen Padre Dios, es generoso en misericordia, en dádivas de amor; nos viste de honra dándonos la calidad de Hijos amados.
Es la promesa para todo el que “habita al abrigo del Altíssimo”