“Oye, oh Dios, mi clamor; A mi oración atiende. Desde el cabo de a tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo. Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas” (Salmos 61:1-4)