Escucha:
“Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil” (Proverbios 25:11-12)
Piensa:
Una de las aptitudes que determina nuestra relación con lo que nos rodean y que al mismo tiempo nos lleva mucho tiempo desarrollar, es la capacidad de saber los momentos oportunos para hablar y en consecuencia para callar. Recuerda cuando Dios te uso como instrumento para alentar a un amigo con una palabra acertada, o cuando al querer decir algo, decidiste que era más sabio guardar silencio.
En las escrituras de hoy Salomón considera a esa capacidad tan valiosa como las manzanas de oro enmarcadas en plata, minuciosamente talladas, hermosas y de alta apreciación. Por ello debemos ser conscientes cada día de aquello que decimos y de aquello que callamos, tomando en cuenta dos enseñanzas que con sabiduría nos guarda la Palabra del Señor: primero, cuando nuestra boca sea instrumento para la ayuda y el aliento, utilicemos palabras de amor, de protección y de esperanza. Segundo, si somos tentados a difamar, ridiculizar o subestimar a otros, sigamos la sabiduría de Salomón y asumamos que es mejor guardar nuestra boca y mantenernos callados (Proverbios 21:23 ). Cuando la charlatanería o el enojo nos tientan a pecar contra Dios u otro ser humano, podemos resistir siendo lentos para hablar (Santiago 1:19).
A pesar de que a menudo resulte difícil saber qué decir y cuándo hacerlo, no olvidemos que contamos con la guía del Señor y la sabiduría de su palabra, que nos brinda día a día las herramientas para madurar en nuestro carácter y obtener el discernimiento de saber utilizar las palabras apropiadas en el momento correcto y de manera adecuada, para beneficio de los demás y honra de Dios.
Ora:
Señor, Permíteme madurar cada día en Tú palabra para obtener el discernimiento de saber cuándo hablar y cuando callar. Haz que mis acciones y palabras reflejen Tú carácter y sean instrumento para Tu honra, ayudando y nunca dañando, a aquellos que me rodean. Amén.