Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Juan 14:26
¿Cómo podemos estar seguros de orar de una manera que agrade a Dios? A veces, puede que no sepamos cómo expresar toda la profundidad de nuestros deseos o sentimientos de una manera precisa y con verdadera adoración. A veces estamos tan agotados, desconsolados o desanimados que no podemos imaginar una salida a nuestras dolorosas circunstancias, y no estamos muy seguros de cómo pedir al Padre que nos ayude.
¿Te has sentido así alguna vez? ¿Has estado alguna vez tan agobiado por los problemas que la desesperanza se apodera de ti y no sabes qué decirle a Dios? Si es así, date cuenta de que el Señor te ha hecho un regalo impresionante al enviarte al Consolador para que habite en ti. El Espíritu Santo es como un embajador que te transmite fielmente la voluntad de Dios de una manera que puedas entender, y te representa ante Él de una forma digna de Su justo nombre. El apóstol Pablo escribió: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”(Romanos 8:26).
Ten la seguridad de que el Consolador ve lo más profundo de tus dificultades. Él traduce tus sentimientos con más precisión de la que tú mismo podrías articularlos. Y te consuela sabiendo que comprende lo que necesitas. Nunca debes temer si Dios reconocerá los clamores de tu corazón, porque Su Espíritu Santo transforma tus peticiones en sacrificios aceptables y agradables. Incluso cuando pienses que estás fallando en tus oraciones, el Espíritu Santo te asegura que serás escuchado. También garantiza que tus tribulaciones no son en vano, sino que te edificarán en la fe si respondes a Él en obediencia.
Señor, gracias por darme el Espíritu Santo para ayudarme a detener mi espiral de pensamientos ansiosos. Ayúdame a confiar plenamente en Ti hoy, mañana y siempre. En el Nombre de Jesús, Amén.
