Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7
CONTEXTO
En esta breve carta, Pedro da esperanza a los cristianos en medio de un sufrimiento injusto. Dice a los destinatarios de su carta que su mensaje pretende dar testimonio de la verdadera gracia de Dios para que se puedan mantener firmes en ella (1 Pe 5,12).
SIGNIFICADO
Si hemos de «permanecer firmes» en la verdadera gracia de Dios, ¿qué significa eso para nosotros cuando atravesamos por etapas de preocupación o ansiedad que nos oprimen el corazón? Primero, retrocedamos en el tiempo y recordemos una verdad importante sobre Pedro. No fue un mero espectador de la vida de Jesús. Caminó con él. Aprendió de él. Comió con él. Caminó sobre el agua hacia él. Notoriamente, lo negó. Y finalmente, fue abrazado y perdonado.
Es decir, Pedro pasó mucho tiempo observando a Jesús durante su ministerio terrenal. Eso significa que Pedro conoció de primera mano cómo nuestro Salvador no sólo soportó el sufrimiento él mismo, sino cómo asumió también nuestro sufrimiento. Pedro fue testigo de la compasión de Jesús por los demás. Le vio expulsar demonios. Y fue testigo de cómo Cristo calmó las tormentas, no sólo las del mar, sino las del interior de las almas.
Ese es el tipo de Jesús que calma las tormentas en el versículo de hoy: el que carga con nuestros miedos y ansiedades. De hecho, Pedro nos recuerda que, cuando estamos preocupados, podemos hacer algo más que llevar nuestras preocupaciones al Señor. Podemos “echarlas” en sus hombros. En griego, echar significa colocar, lanzar o arrojar. Cuando echamos nuestra ansiedad sobre Dios, no significa que todas nuestras preocupaciones desaparezcan. Pero sí significa que Dios llevará la carga por nosotros, sin importar lo pesado o difícil que creamos que es esa dificultad. Pero, ¿Por qué haría Dios algo así? Pedro nos lo explica en el versículo de hoy: Por que Él se preocupa y tiene cuidado de nosotros.
APLICACIÓN
¿Alguna vez has sentido que no sabes a dónde ir con tu ansiedad y tus preocupaciones? Tal vez alguien le ha dicho que la respuesta a la ansiedad es simplemente «dejar de preocuparse», como si los pensamientos ansiosos pudieran apagarse con un interruptor. Pero Dios no actúa así. Dios no te dice que ignores tu ansiedad o que simplemente «dejes de preocuparte». Él no dice que hay algo malo en ti si tienes ansiedad. Él está diciendo: «Entrégamelo todo. De hecho, ¡coloca todas tus cargas sobre mis hombros! Porque realmente me importas».
ORACIÓN
Señor, gracias por ampararme con Tu cuidado perfecto, amoroso y bondadoso, y por Tu misericordia que entiende la ansiedad y el miedo de cada uno de los que en Ti creen y los cobija y resguarda en una morada de esperanza, dándoles la fuerza para seguir adelante, de Tu mano y confiados en la victoria que a ellos has prometido, sobre toda circunstancia. Gracias Padre por tan grande fidelidad. En El Nombre de Jesús, Amén.