Devocional:
A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente. Salmos 16:8-9
Cuando David observó su vida, vio las huellas de Dios por todas partes. Nosotros también deberíamos entrenar todos nuestros sentidos, para notar los indicios de la presencia de nuestro Padre celestial, en cada uno de los casos que emprendemos, pues si algo es seguro, es que Él está con nosotros, en todos los instantes de nuestra vida. Pero no se trata de buscarle, de cuando en cuando, en los momentos que pensemos que sólo requerimos de su asistencia, sino de un estilo de vida, fiel, comprometido y de todo corazón.
Hace años desarrollé un hábito que me ha ayudado a alcanzar este objetivo, que no es estático, sino más bien de una perseverancia, sostenida y diaria: Antes de irme a dormir, intento recordar los acontecimientos de mi día. Lo que hago es buscar pruebas de la acción de Dios en aquello con lo que tu ve que lidiar. ¿Cómo ha guiado Él esta decisión? ¿Respondió a esta pregunta? ¿Me ha protegido en esta situación? ¿Me ayudó en esta relación? Apreciar la obra del Señor graba más profundamente en mi corazón la realidad de Su cuidado.
En el Sermón de la Montaña, Jesús dijo: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8). En otras palabras, los que tienen la conciencia limpia desecharán los pensamientos y las palabras impías, llevándolos cautivos a la obediencia de Cristo (2 Corintios 10:5). Como resultado, tales creyentes tienen una claridad espiritual que les hace más conscientes de la intervención de Dios en sus circunstancias.
Las pruebas del gran poder de Dios están por toda tu vida, si tan sólo las buscas. Ver el mundo con los ojos espirituales bien abiertos cambia la perspectiva de “no puedo” a “puedo porque Dios me capacita”. Vive con confianza, sabiendo que nuestro Dios amoroso y omnipotente está siempre observándote, cuidándote y guiándote.
Señor, abre mis ojos y mi corazón para observar cada día, cómo Tu mano poderosa obra para mi bien en toda circunstancia, de forma que no decaiga en la prueba sino que más bien batalle con la confianza de saber que contigo obtendré siempre, al final, la victoria. En El Nombre de Jesús, Amén.