Devocional:
El hombre no se afirmará por medio de la impiedad; Mas la raíz de los justos no será removida. (Proverbios 12:3)
El Señor Dios es omnipotente: todopoderoso y capaz de ayudarte. Es omnisciente: lo sabe todo, incluso cada detalle que te concierne. Es omnipresente: nunca te abandona. Y el Padre te ama incondicionalmente, lo que significa que siempre actuará en tu beneficio.
Aunque intelectualmente aceptes estos hechos sobre Dios, lo importante es aplicarlos a tus circunstancias. Siempre que te enfrentes a momentos de prueba, debes preguntarte: ¿Confío de verdad en que Dios es capaz y está dispuesto a manejar cualquier problema que experimente? Si lo haces, entonces no te tambalearás. Pero si no lo haces, entonces las dificultades que surjan te moverán al miedo y a la desesperación.
La verdad es que el Padre nunca se retuerce las manos cuando acudes a Él con una situación desafiante. Él es capaz de llevarte a la victoria independientemente de lo que tengas que afrontar. De hecho, Él hace la pregunta retórica: “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jeremías 32:27). En absoluto. Fue capaz de crear a toda la humanidad a partir del polvo, con nuestros sistemas biológicos inmensamente intrincados, atributos físicos distintivos, rasgos de personalidad únicos y dones espirituales diferentes. El Dios que puede hacer eso puede ocuparse de cualquier asunto que te preocupe.
Aunque tus luchas puedan parecer hoy insuperables o interminables, para el Señor son simplemente una oportunidad para acercarte a Él y enseñarte a confiar más en Él. La pregunta es: “¿Puedes dejar de intentar manejar tu situación e invitarle a Él a que la maneje? ¿Puedes soltar el control, permitiéndole que haga lo que Él quiera?”. La respuesta a eso revelará lo que realmente crees.
Padre, realmente quiero confiar en que Tú eres omnipotente, omnisciente, omnipresente y que me amas incondicionalmente. Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad. En El Nombre de Jesús, Amén.