Devocional:
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3)
A todos nos ha pasado, muy seguramente, que en medio de las dificultades, hemos adquirido la costumbre de murmurarnos y quejarnos de nuestras necesidades. Conseguimos con frecuencia abrirnos a nuestros amigos contándoles nuestras desaveniencias y hasta incluso a los desconocidos. Pero nos olvidamos de acudir a Aquel que es capaz de hacer más de lo que pedimos: DIOS! (Efesios 3:20-21)
Él es Poderoso para lograr todo aquello que el hombre juzga como imposible. Sólo que no nos concederá algo si de antenmano ya sabe que será perjudicial para nuestra obra efectiva en Su Santa Voluntad. Él conoce todo lo que somos, sabe bien de que estamos hechos y lo que hay en nuestro corazón, y por ello sabe exactamente lo que realmente necesitamos. Conoce el futuro, y por eso no siempre nos dará la respuesta que queremos, porque nos tiene reservada una alternativa, de seguro, mucho mejor.
Hay situaciones en las que orar por si solo, no parece funcionar. Según la circunstancia, necesitamos clamar a Dios, suplicar, pedir con vehemencia, derramarnos y postrarnos ante Él. Él nos responderá con seguridad, tanto si es sí como si es no.
Conocemos la voluntad de Dios para nuestras vidas cuando estamos dispuestos a buscarle de todo corazón, siendo que ese tipo de búsqueda nunca se verá frustrada, porque Él no nos dejará confundidos ni engañados.
No en vano, la Palabra nos sustenta y revela: “Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados” (Salmos 22:5).
Por ello no te olvides y ten siempre presente: cuando llegue el dolor, la duda o el miedo, ¡clamemos al Señor! Supliquemos su Presencia, pues nadie más fiel que Él para sostenernos y librarnos.
Que Dios nos ayude a confiar más en Él. Que Él nos enseñe a vivir una vida de oración constante. Y cuando todo el tiempo se torne difícil abra nuestro corazón para confiar plena y totalmente en Él.
Asi sea.
