Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:32
Vivimos en una época en la que muchos cristianos se afanan por tener siempre las doctrinas correctas, las interpretaciones más precisas y los argumentos más sólidos. Aunque es esencial amar la verdad y buscar comprender fielmente la Palabra, el mayor error que podemos cometer es reducir la verdad a una idea cuando en realidad es una Persona.
Jesús no vino solo a darnos información; vino a transformarnos desde lo más profundo. Él dijo: «Yo soy la Verdad» (Jn 14:6), y conocerlo a Él es lo que realmente libera al alma. No se trata solo de aprender más versículos o acumular conocimiento bíblico —aunque esto es valioso—, sino de vivir en comunión con Aquel que encarna todo lo que es verdadero, justo y eterno.
El Señor no busca seguidores que solo estén informados, sino discípulos que permanezcan en Su Palabra y se dejen moldear por Su Espíritu. Conocer la verdad es ser transformado a imagen de Cristo, aprender a ver como Él ve, amar como Él ama y vivir con los ojos puestos en lo eterno. Esa es la libertad que Jesús promete: la libertad de ser plenamente lo que fuimos creados para ser, sin las cadenas del pecado, del orgullo o de la autosuficiencia.
Hoy, no solo busques tener la razón. Busca ser como Jesús.
Señor, tú eres la Verdad que mi alma anhela. No quiero limitarme a conocer datos sobre ti, sino conocerte de verdad, caminar contigo, ser transformado por tu amor. Enséñame a vivir en tu Palabra, a dejarme guiar por tu Espíritu y a reflejar tu carácter cada día. Que otros puedan ver en mí tu libertad, tu gracia y tu verdad encarnada. En El Nombre de Jesús, Amén.