La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra. Proverbios 29:23
Muchas personas desean impresionar a Dios y piensan que para lograrlo necesitan dar más dinero, servir a muchas personas, orar durante largas horas o asistir a numerosos estudios bíblicos. Estas son actividades valiosas, pero a menudo se realizan con la esperanza de ganar el amor de Dios, cuando en realidad Él ya ama incondicionalmente a sus hijos.
Sin embargo, la Escritura revela una virtud que verdaderamente conmueve el corazón del Señor y es clave para que las oraciones sean escuchadas: la humildad.
El Señor dice: «Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra» (Isaías 66:2). Dios no está buscando a los más inteligentes, ricos o influyentes. Él busca a aquellos que exalten a Jesucristo con todo su ser, reconociéndolo como Rey de reyes y Señor de señores.
Quien desea recibir el favor de Dios y ser útil en Su reino debe abandonar la autosuficiencia. En cambio, debe humillarse ante Él, reconocer su insuficiencia, someterse a Su autoridad y confiar en Su sabiduría. El poder de Dios fluye con mayor fuerza hacia aquellos que más dependen de Él.
Señor, gracias por enseñarnos que la verdadera grandeza viene de un corazón humilde. Ayúdanos a dejar de confiar en nuestras propias fuerzas y a apoyarnos completamente en Ti. Que podamos honrarte con cada palabra y acción, reconociendo que sin Ti nada podemos hacer. Te pedimos que nos guíes y nos bendigas mientras nos humillamos ante Ti, sabiendo que tu poder se perfecciona en nuestra debilidad. En el nombre de Jesús, Amén.