Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Juan 15:4
¿Qué clase de sonidos oyes en un parral o en un huerto de frutales? Es probable que disfrutes con el canto de los pájaros, el susurro del viento entre las hojas y otros estribillos al aire libre. Lo que no se oye es el ruido de las vides que gimen o de los árboles que se esfuerzan. Las plantas no se esfuerzan para producir sus frutos, que salen de sus ramas de forma natural como parte del proceso de crecimiento. La vid no tiene que esforzarse para producir uvas. Cuando las ramas unidas a ella están sanas y tienen toda el agua y los nutrientes que necesitan, las uvas salen en abundancia.
Lo mismo ocurre contigo. El secreto para producir fruto como creyente es tan natural para ti como lo es para una vid: permanece unido a la Vid, centrando toda tu energía y atención en permanecer en Cristo. El fruto de tu vida es un reflejo directo de la calidad de tu relación con Jesús. Así que adórale, alábale, medita en Sus palabras, busca la soledad en Él, obedécele y déjate absorber por Sus propósitos. Luego regocíjate en ver cómo Él obra grandes prodigios a través de ti.
Señor, gracias por ser la verdadera Vid en mi vida. Ayúdame a mantenerme unido a Ti diariamente, con la oración constante, con el estudio perseverado de Tu Palabra y por supuesto con su aplicación disciplinada en todas las áreas de mi vida, para que el fruto de Tu Espíritu fluya naturalmente en mi y sea reflejado como testimonio de Tu gracia en aquellos que me rodean. Guíame en la adoración, la meditación y la obediencia, y haz que sea yo en cada uno de mis pasos, una muestra de Tu amor y propósito. En El Nombre de Jesús, Amén
