La memoria del justo será bendita; Mas el nombre de los impíos se pudrirá. Proverbios 10:7
Ha habido muchos guerreros valientes, mentes brillantes y líderes mundiales inspiradores a lo largo de los tiempos. Sin embargo, todas las mentes más brillantes, todos los hombres poderosos de los siglos, todos los logros notables de los hombres buenos de todas partes nunca podrán invocar la alabanza y la admiración de Jesucristo, nuestro Señor, Salvador y Rey venidero. Piensa en algunos de los nombres que recibe en las Escrituras.
Jesús es Emanuel, Dios con nosotros (Mateo 1:23); el León de Judá y la Raíz de David (Apocalipsis 5:5); el Consejero Maravilloso, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Es nuestro Gran Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16), Buen Pastor (Juan 10:11-14), Esposo (Mateo 9:15), Libertador (Romanos 11:26), Mediador (1 Timoteo 2:5) e Intercesor (Hebreos 7:25). Él es la Piedra Angular (Efesios 2:20), la Luz del Mundo (Juan 8:12) y el Pan de Vida (Juan 6:35). Él es el que es, el que era y el que ha de venir, el Testigo Fiel y el Primogénito de los Muertos (Apocalipsis 1:4-5). Jesús es el Principio y el Fin (Apocalipsis 21:6); la Resurrección y la Vida (Juan 11:25); Fiel y Verdadero, la Palabra de Dios, nuestro inconquistable Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:11-16).
¡A qué maravilloso Salvador servimos! Así que medita en la maravilla de Su Persona, la fuerza de Su amor, la profundidad de Su sabiduría y la invencibilidad de Su poder. Jesús es digno de toda alabanza. Ningún mortal puede compararse con Él. Así que piensa en quién es Él realmente y adóralo. Seguramente al hacerlo, serás bendecido.
Señor, ¡alabo Tu santo, magnífico e incomparalble nombre! A Ti sea todo el honor y la gloria ahora y siempre. Gracias por ser nuestro Salvador, Rey y Redentor. Te adoro por Tu poder, Tu amor y Tu perfecta sabiduría. Ayúdame a mantener mis ojos fijos en Ti, a reconocer Tu majestad en todas las cosas y a honrarte con mi vida. Que mi corazón esté siempre lleno de reverencia y temor por lo que Tú eres, y que pueda reflejar continuamente Tu gloria en el mundo. Todo esto, te lo pido, en Tu precioso nombre, Amén.