¿No te he escrito tres veces En consejos y en ciencia, Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad, A fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron? Proverbios 22:20-21
¿Te ha pedido Dios que hagas o afrontes algo que está más allá de tu zona de confort? Cuando lo hace, puede ser desalentador. Sin embargo, el Padre te capacitará para llevar a cabo Su plan para tu vida. Cuando no eres capaz de lograr alcanzar las metas que Él ha establecido para ti, no es porque Él no te haya proporcionado lo necesario. En cambio, el fracaso es generalmente el resultado de una actitud o creencia que crea un cortocircuito en tu fe. Como resultado, el flujo del poder de Dios se ve obstaculizado en tu vida.
Moisés es una ilustración dramática del potencial perturbador de las barreras de la fe. Llamado a una de las mayores misiones de todas las Escrituras, la liberación de Israel de la esclavitud egipcia, respondió con excusas para no obedecer. Por supuesto, las razones para desobedecer no han cambiado mucho desde la experiencia de Moisés con la zarza ardiente: mala imagen de sí mismo, ignorancia de los caminos de Dios, dudas, sentimientos de incapacidad y miedo al fracaso (Éxodo 3:11-4:17). Tal vez algunos de estos sentimientos se parezcan a los tuyos.
Afortunadamente, la respuesta de Dios a las barreras de la fe tampoco ha cambiado desde los días del Antiguo Testamento, ni cambiará pues no hay en nuestro Señor, sombra de variación. De allí que cada vez que Moisés protestaba porque el Señor se había acercado al hombre equivocado, un pastor de lengua lenta que había asesinado a un hombre, Dios respondía con una refutación firme pero amable. Y en esas respuestas, las claves que necesitamos para entender como Moisés finalmente lo hizo: Cuando somos llamados a servir, el Señor hace el trabajo a través de nosotros. Dios no busca a la mejor persona para una obra o ministerio en particular; llama a hombres y mujeres que están dispuestos a entregarse a Él con fe. Y eso es lo que debes hacer hoy.
Señor, confío en que Tú me capacitarás para realizar todo aquello para lo que me has llamado. Ayudamé, Padre cuando las pruebas aumenten mi incredulidad, y transfórmala en una poderosa y sólida fe, para cumplir Tu propósito en mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.