El hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina. (Proverbios 29:1)
Dios te ha dado, y únicamente a los seres humanos, por encima de toda la creación, una conciencia para que puedas distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Es Su regalo para ayudarte a evitar las consecuencias del pecado. Tu conciencia sirve como una especie de brújula o radar espiritual, y la diligencia con que la mantengas y tu relación con el Padre determinarán hasta qué punto puedes confiar en ella, y hasta que punto seas capaz de recibir las perfectas inspiraciones del Espíritu Santo, que te llevarán siempre por el mejor camino que el Padre desea para ti.
La conciencia sagrada es aquella que se mantiene inmaculada mediante la confesión del pecado conocido y refleja el deseo de conocer y seguir la voluntad de Dios. Una vez limpia, puedes vivir sin culpa, caminando abierta y transparentemente ante el Señor. Cuando pecas, te das cuenta inmediatamente de lo importante que es reconciliarte con el Padre.
La conciencia luchadora está lastrada por un espíritu de legalismo que nos hace críticos. Habiendo creado nuestro propio sistema de discernir los deberes y obligaciones, lo usamos para determinar lo que está bien o mal en lugar de desarrollar una relación vibrante con Dios, para que mas bien sea Él, como Padre de todo lo que creado, el que haga ese juicio. Actuando asi, no comprendemos el amor, la justicia y la guía del Padre, que nunca pueden ser sustituidos por un conjunto de normas y reglamentos.
La conciencia manchada se mancha por albergar el pecado. Si constantemente elegimos nuestro camino por encima del de Dios, perdemos de vista lo que es adecuado y verdadero. Peor aún, una conciencia manchada es insensible al pecado. Cuando hemos resistido e ignorado continuamente sus advertencias, una conciencia así se vuelve insensible a las alarmas morales y nos acelera en el camino de la destrucción.
Hermano y hermana, tienes una herramienta inestimable para distinguir entre el bien y el mal. Así que no endurezcas tu corazón al Señor, que sólo conduce a la devastación. Pídele a Dios que te muestre qué tan bien está funcionando tu brújula interna, y luego permite que el Espíritu Santo restaure lo que haya fallado en ti.
Señor, prueba mi conciencia y límpiala de errores para que pueda amarte y servirte bien siempre. En El Nombre de Jesús, Amén.