Devocional:
Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia. (Salmos 9:9)
La realidad:
Dios da cobijo a los oprimidos: los quebrantados, los contritos de corazón, los decepcionados, los desilusionados, los afligidos. La vida puede ser muchas veces desoladora, pero debemos tener presente, que, contamos con una morada, con un lugar seguro, con El Señor que es nuestro refugio. Él se interpone entre nosotros y la vida, absorbiendo la dureza de los golpes que ella puede darnos, pero siempre a nuestro favor.
¿Qué es lo primero que harías si sabes que un tornado se dirige hacia ti? muy probablemente, buscar refugio. Sabes que la tormenta es demasiado grande. No puedes resistir su poder. Así que buscas un lugar seguro donde los efectos de la tormenta no te hagan daño.
Las noticias nos presentan a personas que han capeado tormentas mortales. Observando el paisaje destrozado, no nos queda más remedio que imaginar la fuerza que habrá creado semejante devastación. Sin embargo, la gente sigue en pie. La tormenta que arrasó todo lo que había a la vista, de algún modo no les alcanzó. ¿Cómo escaparon a la fuerza de la tormenta? Encontraron un refugio. Encontraron un lugar lo bastante fuerte como para resistir la magnitud de tal desastre natural.
Esto es lo que Dios te está diciendo ahora mismo: Soy más fuerte que tu tormenta.
En algún momento, en lo más profundo de mi dolor por la pérdida de mi marido, le pregunté al Señor: “Si llevas mis cargas, ¿por qué tengo que sentir este dolor?”. Pensé en una experiencia en la que mi hijo Kennedy, aficionado al boxeo, me pidió que sostuviera su saco de entrenamiento y lo mantuviera firme para que él golpeara. Kennedy, grande y fuerte, puso toda su fuerza en el puñetazo. Por mi parte, me causo dolor en las manos lo suficiente como para que dijera: “¡Ay!”. Pero no fue nada parecido al dolor que habría experimentado si el puñetazo hubiera caído sobre mí. ¡Me habría quedado inconsciente!
En medio del dolor de la pérdida, El Señor pareció decirme Yo me interpongo entre tú y cualquier golpe que se dirija hacia ti. Si te duele el dolor que sientes, imagínate el dolor si yo no hubiera absorbido el golpe por ti. Dios no promete una vida sin dolor. Él promete ser un refugio contra los golpes de gracia de la vida.
Declarando la promesa:
Hoy declaro que Tu, Señor, en Tu misericordia, te interpondrás entre cualquier dolor que venga de los golpes de la vida, y me sustentarás sanando mi herida, poniendome en el lugar alto que prometes a Tus hijos, siempre en Tu tiempo perfecto.
Oración
Señor, me entrego a ti con total confianza. Creo y sé, que eres más fuerte que cualquiera de mis tormentas, y me darás el refugio que necesito, mientras ella pasa. En El Nombre de Jesús, Amén.