Señor, ayúdame a ser como Abraham y a soportar con paciencia todo lo que sea necesario para ver que tu voluntad sea hecha en mi vida. No quiero que el enojo por una situación demore ninguna cosa que tú quieras hacer en mí. No quiero ser como las personas cuyo enojo les impide disfrutar de todo lo que tienes para ellas. No quiero dejar que mi propia impaciencia me impida recibir las promesas que tienes para mí.
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. (Hebreos 6:13-15)